Gamepolis

Un viaje trazado a lápiz

  • Marta García Villar, coautora del libro 'Mi vecino Miyazaki', explora el género de animación a través del estudio japonés Studio Ghibli

En 2014 sale a la luz Mi Vecino Miyazaki, un análisis de la filmografía del estudio de animación japonés Studio Ghibli, reconocida por muchas de sus películas, incluida El viaje de Chihiro, ganadora en 2002 a Mejor Película en la Academia Japonesa de Cine, el Oscar a la Mejor Película de Animación por la Academia de Hollywood y el Oso de Oro de Berlín ex aequo a Mejor película, la única vez que una film de animación ha obtenido este galardón. Álvaro López Martín y Marta García Villar, una de las invitadas a la sexta edición de Gamepolis, diseccionan su narrativa, análisis de personajes, intenciones y curiosidades relacionadas con ellas.

Su obra, editada por Diábolo Ediciones, va ya por la quinta edición con una nueva reeditación. Sin embargo, en pos de actualizar los datos la filmografía de este estudio tuvieron que sacrificar los testimonios que recogieron al final de cada capítulo "de personas de todas edades, profesiones, relación con el mundo de la animación o no que aportaran con lo que significaba para ellos una determinada película". El objetivo era motivar una sensación de comunidad y de demostrar que la animación, especialmente la de Ghibli, tenía un público muy amplio.

Europa empieza a explorar las narrativas de introspección en el género de animación

Se le considera el Disney japonés, aunque su director Hayao Miyazaki odie el término, tal y como explican en el libro. Sin embargo, sus estilos son bien distintos. Capítulo a capítulo los autores sacan los pilares con los cuales se define Studio Ghibli; la defensa de la naturaleza, la profundidad de sus personajes, ese gusto por lo cotidiano, el equilibrio de los recursos de la naturaleza junto a la tecnología. "Disney no tiene esas constantes tan marcadas debido a que se basan en hacer versiones de cuentos clásicos", explica Marta García.

La producción de películas se divide en dos directores, Hayao Miyazaki e Isao Takahata, ambos con un estilo diferente pero enfocados un mismo objetivo. Marta García Villar tiene dos claras favoritas. "Si hablamos de la obra de Miyazaki El viento se levanta creo que es dura por lo que representa en sí mismo, pero se queda corta en nivel de compromiso. Tenía el potencial pero le supera ser políticamente correcta. De Takahata, aunque sea una ironía, resalto siempre Pompoko. Precisamente por lo agridulce que resulta la crítica que hace a toda la devastación de la naturaleza en alas de ese crecimiento social, todo lo que se devastó alrededor de Tamma... Es muy duro pensar que un ser tiene que sacrificar su propia identidad solamente por intentar sobrevivir. Es cruda dentro de todo lo agridulce que supone, rodeado tranquilidad y ese humor negro".

El cine de animación de occidente tiene características muy claras. La peripecia y la aventura se confronta con la filosofía nipona que tiende a guardar un equilibrio. Esto se refleja en la narrativa y la tradición mitológica de Japón. "Yo creo que en la tendencia de Ghibli y la tendencia general hoy en día deja de ser una inversión de papeles (el héroe y el heraldo) a estar en equilibrio. El papel masculino no ha sido tanto de inspirador sino de complemento", explica Marta.

El estilo narrativo en el cine japonés se inclina a la introspección de sus personajes bañado de un halo de cotideanidad que hace posible contar mucho con tan poco. Este viaje al interior de los personajes se está abriendo paso tímidamente en Europa. Ernest y Celestine, una película francesa del año 2012, reflexiona acerca de lo que quieres en la vida y el rechazo de la sociedad. También Cartoon Saloon, estudio irlandés, está curtido en los viajes más hacia la superación del alma humana desde la mirada generalmente de niños. En España está Psiconautas, los niños olvidados (2015), con un Goya y Premio Platino a la mejor animación, trata la reflexión de la vida bajo los ojos de niños calavera. Arrugas, en 2011, habla de la amistad de dos ancianos con uno de ellos en la primera fase de Alzheimer. Pixar, heredero de Ghibli, también ha caminado por la introspección,. "Al final es todo una red. Los rebeldes que se atreven a crear algo fuera de lo común inspiran a otro", afirma Marta.

En España la animación es diferente. "Todavía estamos con una serie de ideas preconcebidas", reflexiona Marta. "La industria de animación no se toma tan en serio a nivel organizativo, porque talento y esfuerzo no falta. Hay dificultad a la hora de unificar a nivel social y a la hora de invertir". El doblaje en la obras audiovisuales se reduce al estigma de que este género es solo para niños. En muchas obras de animación dejan de respetar el mensaje e intención de la obra con el fin de infantilizar el contenido. "Un mensaje puede ser tanto para adultos, como para niños, o incluso no puede ser para niños. Cuando sobreproteges a los niños crecen con más rechazo".

El tratamiento de adaptación a un público infantil se refleja en su doblaje. Un ejemplo de ello es la serie inclusiva de animación Steven Universe, en que su creadora, Rebecca Sugar, confesó que uno de sus mayores influencias para crear la serie fue Miyazaki. Jugando con metáforas incluyen mensajes de diversidad en de tipos de cuerpos, la fortaleza en la mujeres, los personajes imperfectos y, más importante aún, la defensa LGTBI que normaliza todo tipo de relaciones interpersonales. En su doblaje castellano cambiaron el género de unas de las parejas (sentimentales) femeninas más icónicas de la serie al nombrarse a sí misma en masculino unido con una elección de voz más grave en su personaje (contrario a su versión original). Usan un lenguaje más infantil y censuran escenas por posible contenido violento, incluyendo la realización de Maniobra Heimlich.

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