Crítica de Teatro sica

La virtud de la máscara

Frankenstein

Teatro Cánovas. Fecha: 16 de enero. Compañía: Pata Teatro. Dirección y texto: Macarena Pérez Bravo y Josemi Rodríguez, a partir de la novela de Mary Shelley. Reparto: Josemi Rodríguez y Carlos Cuadros. Aforo: Unas 350 personas (casi lleno).

El Frankenstein de Mary Shelley se convierte en manos de Pata Teatro en un cuento escénico de discurrir sencillo que no renuncia a su hondura. Los intérpretes, Josemi Rodríguez y Carlos Cuadros, alternan pasajes en los que ejercen de narradores con otros en los que encarnan a los diversos personajes, confiriendo al montaje una naturaleza de juguete eficaz y redonda. De entrada, todo en este Frankenstein se presenta limpio y aseado, con una voluntad artesanal en la que cada experiencia se revela finamente hilada y en la que abundan así significados en diversas lecturas a partir de significantes evidentes; es decir, desde una puesta en escena pulcra y sin misterios, cada espectador dispone de un amplio margen para extraer sus conclusiones, lo que confiere más diversión al instrumento. Estando especialmente dirigida al público infantil, sin detrimento del gusto de los adultos más sensibles, la obra funciona como un ilustrador alegato sobre el respeto a la diferencia y contra la manía que comparten muchos de temer lo que no entienden. Todo sin moralinas ni atajos fáciles, dejando un poso de reflexión en cada envite. Y, lo que resulta más interesante, sustentado en un empleo del lenguaje teatral altamente estimulante.

A partir de una escenografía evocadora y una iluminación concebida como un personaje más, tal vez el mayor hallazgo de Frankenstein es la recuperación de la máscara como argumento escénico: el espectador tiene la oportunidad no sólo de comprender al monstruo, también de serlo y compartir sus desventuras, en un verdadero alarde de pedagogía teatral en cuanto a ética y escuela de humanidad. Otros momentos como el alumbramiento de la criatura y el viaje en tren (especialmente interesante éste por cuanto, además, revela hasta qué punto el monstruo real puede adquirir presencias amables) derrochan el mejor regusto de Pata Teatro, la destreza de la compañía al convertir juego en arte a través de la imaginación. En su contención, sin que haya que lamentar un solo exceso gratuito, Frankenstein exhala una ternura a prueba de críticos. Vayan a verla.

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