Con el recuerdo del buque de crucero Sovereign, que desde el pasado mes de julio está siendo desguazado en las playas turcas de Aliaga, hoy les relataré la historia malagueña del Astor, otro barco de turistas que ya está esperando para ser convertido en chatarra.

Compartiendo con su hermano gemelo el galardón de ser el buque con la chimenea más rara de toda la historia crucerística; aunque algunos autores además de calificarla como extraña la llegaron a tildar de fea, el Astor iniciaba su vida de mar en enero de 1987.

Construido entre los años 1985 y 1986 en los astilleros alemanes HDW, este buque de 20.606 toneladas de registro bruto y 176 metros de eslora comenzaba a navegar en una ruta muy especial; una línea regular con pasaje de crucero entre la localidad inglesa de Southampton y la sudafricana de Ciudad del Cabo. Combinando estos viajes con itinerarios crucerísticos al uso, en abril de 1987 el Astor visitaba por primera vez las aguas malacitanas. Cumplimentado aquel primer atraque realizado en el muelle número dos y tras repetir tres escalas más ese mismo año, en 1988 este buque era vendido a la Unión Soviética. Adscrito a la flota de la compañía Black Sea Shipping y rebautizado como Fedor Dostoyevskiy, su carrera crucerística también pasó por las aguas malagueñas. Mostrando en su especial chimenea una franja roja con la hoz y el martillo, nuestro protagonista de hoy se estrenaba en febrero de 1989, cumplimentando hasta 1994, fecha en la que dejó de llevar el nombre del escrito ruso, un total de 11 atraques.

Recuperando su nombre original, este barco que podía albergar a un máximo de 650 pasajeros regresaba a las aguas malacitanas en noviembre de 1997. En aquella escala de 16 horas en la que llegó de Funchal y siguió viaje con destino a Barcelona este buque quedó amarrado en el pantalán de levante.

Cumplimentadas desde aquella visita 27 escalas más, septiembre de 2016 vería por última vez a este barco en el puerto de Málaga. Un histórico que con sus dos nombres visitó las aguas malagueñas en 42 ocasiones y que ahora, como otros muchos barcos de turistas afectados por la pandemia del Covid-19 espera para convertirse en chatarra en una playa de Turquía.

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