Convertidos desde hace semanas en unos espacios domésticos muy relevantes, el confinamiento que estamos viviendo ha dado un especial protagonismo a los balcones. Con el recuerdo de nuestras madres y abuelas asomadas y el reencuentro que muchos de nosotros hemos tenido con ellos para salir a aplaudir o para airearnos, hoy les relacionaré los balcones con el mundo de la mar y los barcos.

Entendiendo que un balcón es un espacio exterior con barandilla, en los barcos, los cuales disponen de muchos espacios similares que podrían atender a esta definición, estos miradores privados siempre han estado vinculados a los camarotes; una circunstancia que se ha convertido en un muy significativo reclamo desde que existe la industria crucerística.

Así pues, y pasando muy de puntillas por las imágenes de aquellos trasatlánticos reconvertidos en barcos de turistas en los que no había ni un solo balcón, hoy día, los modernos buques de crucero se han transformado en barcos literalmente forrados de miradores donde se pueden encontrar rarezas y, si me permiten la expresión, excentricidades.

Con el recuerdo de buque de crucero Island Escape que en una de sus visitas malagueñas de 2012 llegaba estrenando unos extrañísimos balcones añadidos, los más singulares miradores a flote forman parte de las más modernas construcciones crucerísticas.

Dejando a un lado lo que de romántico tiene un balcón mirando al mar, lo lógico por otra parte en un barco, los buques de la Clase Oasis de Royal Caribberan han dado una vuelta de tuerca a esta circunstancia, ofreciendo en sus buques camarotes con balcones interiores que se abren a una concurrida y bulliciosa calle interior o a un jardín con especies botánicas de todo el mundo. Y si esto les parece algo verdaderamente singular, les diré que el buque de crucero Sky Princess, que visitó por primera vez Málaga en noviembre de 2019, dispone del balcón más grande de la flota crucerística internacional; un espacio de 94 metros cuadrados que proporciona una visión de 270 grados.

Dicho esto, quizás, lo más curioso del tema sean las múltiples restricciones que existen sobre los usos que los pasajeros pueden dar a los balcones de sus camarotes; unas prohibiciones sancionadas con multas como la que debieron pagar aquellos turistas del Costa Deliziosa que, con un cordel tendieron algunas prendas de ropa en su mirador privado en una escala malagueña en diciembre de 2012.

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