Hoy les hablaré de un barco del que ya, en otras ocasiones, he escrito. El buque en cuestión es el Ocean Majesty, una rara avis dentro del sofisticado universo crucerístico del siglo XXI. Y aunque no es el más veterano de los que navega en la actualidad, su larga biografía y sus muchos cambios lo convierten en uno de los clásicos; un barco de otra época que se mantiene en activo ofertando sus singulares diferencias frente a los modernos buques de crucero.

Construido en los astilleros de la Unión Naval de Levante, el 27 de julio de 1966, este ferry bautizado con el nombre de Juan March, fue entregado a la Compañía Trasmediterránea que a principios de agosto lo posicionaba en la línea regular entre Barcelona y Palma de Mallorca. Tras cubrir esta y otras rutas durante años y sufrir diferentes reformas y percances, en 1985 el barco fue vendido a una compañía chipriota. Manteniendo su actividad de transbordador y realizando esporádicos itinerarios crucerísticos, nuestro protagonista de hoy, tras una nueva venta, entre los años 1985 y 1989 navegó como Sol Christina y Kypros Star. Adquirido por el armador griego Shipping & Commercial Corp., este buque, rebautizado como Ocean Majesty sufría una muy significativa transformación estructural que en cinco años lo convirtió en un buque de crucero. Gestionado por la compañía Majestic International Cruises, este remozado barco entraba en el mercado de los fletes; un rentable negocio que lo llevó a operar con diversas compañías, con las que fue rebautizado en dos ocasiones. Tras recuperar en 1995 el nombre Ocean Majesty y estrenarse en Málaga el 15 de septiembre de 1996, este veterano de 10. 417 toneladas de registro bruto, 135 metros de eslora y capacidad para 621 pasajeros en ocupación máxima, se centró en los alquileres de larga duración, navegando primero para un operador británico hasta que en 2013 la compañía Hansa Touristik se hacía cargo de él.

Dedicado desde entonces al mercado alemán, el Ocean Majesty, un habitual en aguas malagueñas, vende su calidad de barco clásico; una muy rentable circunstancia que lo mantiene en activo ofertando las muchas diferencias que existen entre un buque para turistas y un hotel flotante.

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