Estar en el momento adecuado es lo que ha demostrado una vez más Ana Pastor entre los palmerales dominicanos.

Su crispada entrevista con Luis Rubiales es de esos momentos que le encanta a la que fuera anfitriona de Los desayunos y algunos de sus memorables diálogos. Está mucho más a gusto con un interlocutor en tensión que con unos amigos de cháchara como sucedía en el concurso Generación Top. A la directora de El Objetivo le va más el duelo a florete dialéctico, se siente así a sus anchas, más que en su reciente reinvención como émula de Mayra, como ya ha probado.

El ex presidente de la Federación de Fútbol es un sainete andante. Ya lo era cuando trajinaba a su antojo por despachos y pasadizos, con el adusto rictus y su cráneo contundente que atemorizaba y fascinaba a los incautos por igual. Y su afición por el yesverigüel.

Tuvo un precipitado final al frente del fútbol tan disparatado como lo fue su ascenso. Por supuesto que se merece un par de series aunque la historia no va a terminar aquí, de cualquier manera. Más de un guionista está a la espera de acontecimientos. Cuando la realidad depende de tipos como el descubridor amigos saudíes e inquieto turista neoyorquino no hay imaginación que le plante cara.

En el especial El objetivo sólo se vino a confirmar que Rubiales muerde a dentelladas y que regresa con la ufanía de quienes soldaron con silencio los resortes de las trampillas. Al equipo de Ana Pastor les pilló el regreso de Rubiales en el mismo avión y cómo le aguardaba la Guardia Civil a pie de pista. Todo eso de regalo, como las tapas de los setenteros dos primeros fascículos, para los Jugones y El chiringuito de la cuadrilla de Pedrerol. Lo que fabrica La Sexta en forma de actualidad es lo que vino creando durante años Telecinco con los realities. Rubiales, que a lo mejor es un gachó de los 70 que viaja con El ministerio del Tiempo, en estos momentos, es mucho más divertido que Carmen Borrego.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios