Análisis

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Otras bestias

El deterioro de la techumbre deja al descubierto los nidales de las cigüeñas

Tiene Argomilla un seminario abandonado. Actualmente, el edificio acoge partidas de paintball y a algún que otro entusiasta de las psicofonías. La diócesis de Santander planea su venta y reconversión en complejo hotelero, pero hasta la fecha ningún grupo inversor ha mostrado interés en la parcela. Tiene también el pueblo una arboleda generosa y una red de senderos que lo comunican con las aldeas vecinas. Hasta hace relativamente poco, el piso de los caminos se desgraciaba con las primeras lluvias de la temporada, las mismas que aumentan las torrenteras del valle. Por entre los riachuelos, asoman huertas y pastizales que el verano no suele malograr. Vive la comarca de una actividad ganadera altamente productiva, de la cual ya daba cuenta el Diccionario de Madoz en 1845. Podría decirse, en definitiva, que los casi setecientos habitantes de Argomilla de Cayón andan a buenas con la vida.

Cerca de la iglesita de san Andrés, que aún conserva algunos sarcófagos medievales, se levanta el palacio de Ceballos, Bien de Interés Cultural ligado a los primeros almirantes de Castilla. La propiedad amenaza ruina. La balconada del piso superior se ha perdido y el deterioro de la techumbre deja al descubierto los nidales de las cigüeñas. En las esquinas del caserón, cuatro torres mochas a medio caer y algún que otro ventanal cegado con fullería. Éste es el panorama con que se ha encontrado la asociación Hispania Nostra, que esta semana ha hecho pública una lista de edificaciones nacionales de interés histórico y artístico que se hallan en situación de desamparo. El informe refiere cómo algunas habitaciones del caserón de Ceballos llevan tiempo haciendo las veces de cuadra. A poco que la institución profundice en el estudio, no le será difícil dar con un buen número de mansiones y palacetes que, como éste, han acabado convertidos en establos para reses mansas y otras bestias (con perdón).

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