Joaquín Aurioles

¿Qué hacer contra las sequías?

Tribuna Económica

09 de noviembre 2023 - 01:00

Rstricciones en el suministro y ayudas a agricultores y ganaderos. Son la respuesta habitual de los gobiernos a la sequía. Luego vendrán las lluvias y se acabará el problema, hasta que llegue la siguiente y volvamos a preguntarnos si hemos podido hacer algo más en el intermedio. Lo más evidente habría sido educar al usuario en la moderación del consumo. Podría hacerse mediante medidas represivas de conductas impropias, pero siempre será preferible un adecuado sistema de incentivos que activen la conciencia frente al problema. Campañas de información y publicidad pueden ser un poderoso estímulo al ahorro, pero probablemente también insuficiente porque el margen de tolerancia de las conciencias puede ser muy desigual, así que en el capítulo de incentivos estamos obligados a recordar que el más importante de todos sigue siendo el precio. Hubo un tiempo en que se pensaba, erróneamente, que el precio de las cosas dependía de su utilidad, hasta que nos dimos cuenta de que tanta o más importancia podría tener otra circunstancia: la escasez. El problema del precio del agua es que no ha demostrado hasta ahora una capacidad significativa para modular la intensidad de su uso en agricultura.

Como segunda opción, o bloque de opciones, podrían señalarse otras iniciativas relacionadas con la adecuada administración del recurso. Tiene que ver con las infraestructuras y obliga a recordar el problema de las pérdidas de red (acequias y canalizaciones), pero también con la idoneidad de su utilización. La demanda urbana e industrial se ha multiplicado por tres en España desde 1960 y la agrícola por dos y en Andalucía ha sido bastante más acusado. Desde mediados de los 90, la superficie de regadío en Andalucía se ha triplicado hasta los 1,1 millones de hectáreas (29% de toda España), y la extracción de agua se eleva a 4.000 hm3, de los que el 87,5% se emplea en agricultura. Por su parte, la extracción subterránea ha pasado de 300 a 900 hm3, principalmente para riego de olivar.

La expansión de cultivos intensivos en el consumo de agua y la proliferación de regadíos en secanos tradicionales conducen a una sobreexplotación que probablemente se verá agravada por el cambio climático. El agua es un recurso muy escaso en Andalucía y sería una torpeza ignorarlo y comportarnos como si no lo fuera, es decir, mirar para otro lado, ante el crecimiento de las ciudades y la transformación del sector agrario. No hay alternativa porque no hay más agua, aunque si las políticas de reutilización de las residuales, los trasvases o la instalación de desaladoras hubiesen funcionado, es probable que la realidad fuese muy diferente.

Los planes hidrológicos de 1993 y 2001 abordaban el tema de los trasvases entre cuencas con importantes inversiones (3,6 billones de pesetas el primero y 6 mil millones de euros el segundo), pero ambos fracasaron por los conflictos políticos y la insolidaridad entre territorios. De todas formas, los estudios al respecto (Albiac y otros en FEDEA, septiembre de 2023) parecen demostrar que la única solución viable para Andalucía es la desalación, más rentable que el trasvase desde el Ebro, el único posible, por debajo de la provincia de Alicante.

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