Pertenezco a una generación que siempre sabe qué responder cuando alguien del entorno dice eso de al mediodía. Una alocada y pizpireta Leticia Sabater nos enseñó a principios de los noventa -cuando los programas infantiles en televisión brillaban por su ausencia- que, tras pronunciarse esas palabras mágicas, los infantes debíamos contestar con el grito de guerra de ¡Alegría! Más de veinte años después, los seguidores de Mucha marcha (como se llama el programa que conducía Sabater) seguimos repitiendo el mismo mantra. Aunque los más jóvenes no lo entiendan, aunque de la dulce Leticia Sabater de entonces ya no quede absolutamente nada.

Si por aquel entonces la rubia se colaba en los hogares de los españoles para entretener a los más pequeños de la casa, ahora los padres prohiben a sus retoños cualquier tipo de contacto con la presentadora. Porque, de enseñar a los niños coreografías inútiles, Sabater ha pasado a bailes imposibles cargados de componente erótico. Ella, que hace años decidió probar suerte en el mundo de la canción -el éxito de Malamente no es nada comparado con el de La salchipapa-, acaba de sacar la que probablemente sea la canción del verano (al menos del verano de Leticia Sabater). Si con anteriores temas la presentadora jugaba a la ambigüedad y la metáfora, con éste pone todas las cartas sobre la mesa. 18 centímetros, papi, ahí es nada. Las mentes más inocentes dirán que esas medidas pueden referirse, por ejemplo, al largo del nuevo IPhone. Pero no, la nueva Leticia no es tan sutil. Sólo hay que escuchar la canción (por favor, hágalo sólo una vez si no quiere tener convulsiones) para descubrir de lo que habla la muchacha. No entraré en detalles porque los detalles ya los da ella. Todos. Sin paños calientes, metáforas o invitación a usar la imaginación. Todo eso apoyado por un videoclip con el que tener pesadillas hasta el día del juicio final. Sabater, que en su nuevo tema suelta perlas como Esta noche yo decido hora y lugar pa' chingar, se sube al carro del reaggeton explícito, lanza mensajes empoderadores y habla de sexo como el que lo hace gastronomía. Caricatura de sí misma, la que antaño fuera referente entre los niños, ahora lo es del esperpento nacional y parece que, entre crítica y crítica por sus abominables canciones, la moza está en el candelero día sí y día también. Será que el león no es tan fiero como lo pintan, será que la rubia ni es tan rubia ni es tan friki.

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