La esquina

josé / aguilar

Andalucía en el diván

LA cosa es más grave de lo que parecía. Andalucía no tiene sólo un problema económico gravísimo que la ha postrado -después de treinta años de autogobierno- a la cabeza del desempleo nacional y a la cola de la renta por habitante. No tiene únicamente un problema de desvertebración social y pobreza creciente a causa de la crisis, ni un problema de desafección ciudadana hacia sus instituciones representativas y descrédito de sus élites políticas encenagadas en cuitas partidistas y peleas vocingleras.

Lo nuestro es aún más grave. Afecta a la psicología colectiva. Los datos están en el Barómetro Joly de este febrero malencarado del año trece del siglo XXI: casi seis de cada diez andaluces no están satisfechos con la vida que llevan. Es la primera vez que pasa. Nunca antes la degradación de la economía, el paro, el desmantelamiento de la industria y demás males que nos azotan habían logrado que el pueblo andaluz se sintiera insatisfecho con la vida que, a pesar de todo, vivía, gracias a todos los elementos de compensación que la existencia en esta tierra depara a quienes la habitan.

Ahora sí. Ahora el 57,1% de los encuestados afirman sin rodeos que están poco o nada satisfechos con la vida que llevan. Hace un año eran un 37%, y hace cinco, en 2008, más del 70% se declaraban satisfechos, a pesar de que ya eran conscientes de que la comunidad autónoma iba cuesta abajo en las materias relativas al bienestar material. Otra cosa que ha variado: siempre la opinión de los andaluces sobre la situación económica general era mucho más pesimista que la confesión que hacían sobre su economía familiar. Ya no. Ya se ha generalizado el pesimismo acerca de la evolución de la economía del hogar propio y, lo que es aún peor, la mayoría no cree que la crisis vaya acabar en los próximos cuatro o cinco años. ¡Largo fían el tiempo que tardará la bonanza! Más bien parece que lo consideran impensable. No está en su horizonte, sencillamente.

Como ha sugerido mi compañero Juan M. Marqués, la Gran Recesión está siendo ya la Gran Depresión. Andalucía lleva camino de tumbarse en el diván. En el diván del psiquiatra, concretamente. No se le ocurre ni confiar en los que le piden paciencia porque lo peor ya ha pasado ni salir tras las banderas de los que la incitan a levantarse contra las promesas de aquéllos. Andalucía no está para nada. Sólo para echarse en el diván y contarle sus penas y su desaliento a un psiquiatra imposible.

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