El balcón
Ignacio Martínez
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En tránsito
La Naturaleza ha hablado", "El volcán nos avisa de la amenaza del cambio climático", "El planeta nos está enviando un mensaje urgente…". Estos días, tras la erupción del volcán de La Palma, hemos oído docenas, o quizá cientos de mensajes así. De repente, los humanos del siglo XXI nos hemos convertido en hombres del Paleolítico que identificamos a la Naturaleza -con sus volcanes y mareas y estrellas y meteoritos- con un espíritu animado que nos interpela y que nos habla, y con el que nosotros sólo podemos relacionarnos a través de la magia. Si se pintaron las cuevas de Altamira con bisontes y caballos, es porque el pintor -o la pintora, porque está claro que pudieron ser mujeres- quería atrapar de alguna manera a aquellos bisontes y a aquellos caballos por medio de una especie de magia. Pintarlos era cazarlos; representarlos era poseerlos.
Eso era normal para los humanos del Paleolítico, pero los humanos del siglo XXI deberíamos abandonar el pensamiento mágico y centrarnos en la realidad objetiva de las cosas. La Tierra no habla. Los volcanes no son espíritus feroces que exigen el sacrificio de una doncella para aplacar su furia. Y la Naturaleza no tiene nada que comunicarnos. Todas las islas Canarias surgieron de una larga serie de erupciones volcánicas y todas se asientan sobre terreno volcánico. Y si un volcán entra en erupción, es por un mecanismo geológico que está perfectamente estudiado. Un volcán no nos envía mensajes en clave ni nos avisa de un peligro. Un volcán entra en erupción porque la presión del magma que hay bajo la corteza terrestre es superior a la presión de la propia corteza que actúa como tapón. Es un problema físico, no un problema espiritual ni moral ni climático. Ha ocurrido desde hace millones de años y seguirá ocurriendo mientras el mundo sea mundo.
Todo esto debería ser evidente para cualquier criatura racional, pero el pensamiento mágico, aliado con la ideología anticapitalista, se empeña en interpretar los hechos normales -aunque dolorosos y terribles- como si fueran sucesos políticos que deben tener una interpretación política. Y así el chamán se alía con el predicador antisistema para anunciarnos que la Tierra ha hablado y que la Naturaleza nos ha enviado un mensaje. Es puro animismo de la era de las cavernas, pero en esas estamos. Y tan contentos. Y tan orgullosos.
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