AYER se oficializó la retirada de la judoca alhaurina Carmen Herrera. Campeona de los Juegos Paralímpicos en Atenas'04, Pekín'08 y Londres'12. Una lesión de cadera y lo que ella misma admitía como "falta de hambre", le hicieron desistir dos meses atrás de buscar el póker de oros en Río de Janeiro. No obstante, deja atrás una carrera de dos décadas de difícil parangón.

Normalmente, y no falta razón, se acusa a los medios de comunicación de relegar a los deportes minoritarios. En esencia se busca, más hoy con la dictadura del click en internet, rentabilizar lo que las audiencias demandan. ¿Existe esa demanda o se crea? Es un debate con muchas aristas. Pero igual que los medios tienen responsabilidad, el espectador también tiene su cuota. El alcance de una noticia viene determinado por su público, sobre todo en medios generalistas.

La despedida de Carmen Herrera supone la retirada de una deportista invicta en tres Juegos Olímpicos que desafió a su reducida capacidad visual para colgarse laureles. Llegó a combatir con judocas sin problemas en la vista y rozó las medallas en campeonatos nacionales. Transformar los impedimentos en alicientes forja el carácter. Hablar con ella después de su despedida, celebrada en Carranque con el respaldo de las instituciones, supuso una pequeña cura de humildad. Reiteró las gracias a los medios de comunicación por el siguimiento a su carrera, relataba con precisión cómo había sido cada combate de cada participación en los Juegos, con rivales y desarrollo de los mismos y transmitía la serenidad de quien sabe que ha hecho todo lo posible hasta que el cuerpo dijo basta.

Carmen Herrera fue portada de este periódico cuando conquistó sus oros olímpicos y también recibió el renocimiento de Malagueña de Hoy que otorga este periódico con el refrendo de la portada del último número de cada año. Aun así, en días así entra la duda de si el tratamiento fue adecuado a los logros que conseguía la judoca malagueña. Valga la foto el día de su adiós como homenaje a una carrera con difícil comparación, a una superación hecha oro.