LA presidenta de la Junta de Andalucía -a pesar de las negativas de manual- lleva tiempo acariciando la idea de adelantar la convocatoria electoral. Que conste que no afirmo, porque no puedo, que lo tuviese decidido, pero lo que sí es cierto es que, entre los posibles escenarios políticos a corto plazo, uno de los más estudiados era el de ese adelanto. Para ello hacía falta una excusa, y la mejor era la ruptura con IU, a causa de un desentendimiento irreparable en la elaboración de los próximos Presupuestos. De ahí la advertencia de Susana Díaz de que, si no había acuerdo, decidirían los andaluces.

Así que la excusa ya estaba, en caso de que IU se levantase de manos presupuestarias y se llegase a un callejón sin salida, y eso es muy fácil conseguirlo si de verdad se busca. Pero además del motivo, también era preciso contar con las circunstancias adecuadas. Para ello hay que evaluar la situación del PP andaluz, las posibilidades de IU y la previsible aparición de otras formaciones políticas con visos de obtener representación parlamentaria. Porque lo que Susana Díaz quería, o quiere, es ganar unas elecciones con la ventaja suficiente que le permita gobernar en solitario o, en su caso, pagar un precio barato al posible socio. Eso, aquí, en Andalucía. Y allí, ya me entienden, consolidar sus oportunidades.

Pero la encuesta realizada por la Cadena Ser -aunque sólo es una encuesta- dada a conocer la semana pasada, ha supuesto un toque de atención. En primer lugar, los tres puntos de ventaja con respecto al PP no garantizan una victoria electoral a estas alturas ni, por descontado, esa diferencia de escaños que se pretende. En segundo término, la caída de IU, en favor de Podemos, en caso de que se confirmasen esos resultados, obligarían a un pacto con unas interrogantes muy peligrosas para la gobernabilidad y que, por ahora, nadie sabe cómo resolver. Ésa es una situación en la que a Susana Díaz no le gustaría encontrarse, por lo que, ante la duda, mejor quedarse como está.

Por eso, aunque en el círculo más íntimo de San Telmo no se ha desechado la posibilidad del adelanto, uno cree que la presidenta ha tomado una decisión, porque es ella quien toma las decisiones -como se demostró en la entrevista reciente de la televisión autonómica, la del yo, yo, yo- y es que, de momento, así, no.

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