Mitologías Ciudadanas

José Fabio Rivas

Bienvenido Míster Xi Jinping

No soy politólogo -en el caso de que eso sea algo-, pero tengo la impresión de que estamos asistiendo al cambio de la hegemonía de un imperio (el americano) por otro (el chino). Y ante esto, tenemos dos opciones, o la estrategia del avestruz o la estrategia de los que saben adecuarse a las nuevas situaciones, se adelantan a la irreversibilidad de los hechos y preparan las invitaciones, los fastos y las ceremonias para recibir tal como se merecen a los nuevos Amos. Yo, sin ser especialmente pro chino, soy partidario de este último proceder, pues reconozco que los chinos tienen recursos financieros, sabiduría ancestral y férrea disciplina, todo lo cual ahora nos conviene. Así que, ¡manos a la obra!; no nos vaya a suceder como con el Plan Marshall: aquella ingente lluvia de millones con la que los americanos regaron a Europa tras la segunda guerra mundial, y la hicieron de nuevo próspera, salvo a España, que por culpa del marxismo judeomasónico continuamos con la sequía y el hambre hasta muchos años después, y eso a pesar de que Franco rogó una y otra vez a los americanos que nos tuvieran en cuenta en el Plan Marshall. Si lo recuerdan, en Bienvenido Mister Marshall, García Berlanga recreaba de forma delirante y cómica aquella situación. Actualicemos, pues, la canción coral con la que en esa película se pretendía dar la bienvenida a los americanos y demos ahora la bienvenida a los chinos, cantando el Bienvenido Míster Xi Jinpingo: "Chinos, vienen a España gordos y sanos / Viva el tronío y viva un pueblo con poderío/Olé Pekín y Dongguan/Y viva Cantón que no está mal…/ Os recibimos chinos con alegría/Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía…"

Por supuesto, en esta ocasión, y para no volver a perder la comba (o séase, la lluvia de yuan que nos aguarda), la siempre denodada ciudad de Málaga, la primera en el peligro de la libertad, muy hospitalaria, muy benéfica y muy noble y muy leal, será la primera en la preparación de los fastos, y así los malagueños, todos juntos coreando el Bienvenido Míster Xi Jinpingo, iniciaremos la manifestación que, encabezada por nuestras autoridades, recorrerá la Alameda, y esa noche -como en la película-, soñaremos que los chinos nos resuelven la grave crisis económica e institucional que padecemos, nos libran del gasto inútil del senado y de las diputaciones, así como de los chupópteros asesores asentados en todos los niveles de nuestra administración pública (gobierno central y autonómicos, diputaciones, mancomunidades, ayuntamientos…), erradican a los evasores de impuestos, los privilegios económicos de la Iglesia, el paraíso fiscal de las grandes multinacionales… Y, en el caso de Málaga, la convierten además en una ciudad más próspera e importante que Sevilla, sin paro, tranquila, limpia, con barrios modélicos perfectamente equipados, con el rio Guadalmedina transmutado en un jardín edénico que cruza la ciudad de norte a sur, y con todos los rascacielos que hagan falta, aunque, para que no falte de nada, los chinos transformen los pisos más altos del rascacielos de la Torre del Puerto en una refulgente pagoda de la que emanarán potentes rayos de luces multicolores que iluminaran la ciudad permanentemente.

En fin, demos la bienvenida a los chinos, y sigamos soñando con que sean otros los que nos resuelvan nuestros problemas.

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