Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Cambio en Cuba

OIGO en la radio un interesante debate sobre Cuba. El ministro de Exteriores Moratinos ha hecho un viaje relámpago de dos días, de lunes a miércoles, con objeto de conseguir liberar a un grupo de presos políticos. Pretende, además, que Guillermo Fariñas deponga una huelga de hambre que ya dura más de cuatro meses, desde el 24 de febrero, y le está matando a ojos vista. Ver a Fariñas andando por su casa conmueve; parece que se va a partir en cualquier momento. Pero su fragilidad es sólo exterior. Fariñas es de acero y persigue la liberación de 25 presos políticos enfermos que hay en las cárceles cubanas.

La disidente, y tolerada, Comisión de Derechos Humanos de la isla tiene contabilizados 167 presos políticos. Es la cifra más baja en 50 años de dictadura. Y además unos 30 o 40 estaban siendo examinados por los médicos y entrevistados antes de la llegada del ministro español. Es el procedimiento habitual antes de los excarcelamientos, con lo que Moratinos puede traerse un triunfo diplomático de envergadura, que sumar a la salvación del héroe Fariñas, el frágil hombre de acero.

Más allá de los méritos de la diplomacia española, parece que algo está cambiando en la isla. Hace meses que no se sabe nada de Fidel, de sus artículos, de sus proclamas, de sus visitantes extranjeros. Y hay quien quiere ver en eso el principio de un cambio, una apertura. Como si Raúl fuese diferente a su hermano. En el debate en la radio hay quien argumenta que no le gusta la estrategia pragmática del Gobierno español, demasiado blanda con el régimen de los hermanos Castro. Y, por el contrario, quien sostiene que el realismo político obliga a los diplomáticos a contemporizar con todos los regímenes.

Uno de los grandes razonamientos contra el pragmatismo es que los disidentes están huérfanos si no los ampara la legación española. Pero los diplomáticos, de todos los países, en todas las épocas, siempre han defendido intereses antes que ideales. La prueba es que todos los grandes estados del mundo, empezando por Estados Unidos, mantienen excelentes relaciones con un régimen dictatorial como el chino, que en materia de derechos humanos es perfectamente equiparable al cubano. Con la diferencia de que con China hay muchos intereses comerciales que defender y en Cuba muy pocos.

España los tiene, sin embargo; turísticos mayormente. Pero, por encima de eso, aquí nadie olvida que Cuba fue la última colonia, y sigue siendo en el corazón de los españoles la provincia número 51 del país. Por eso sería una buena noticia nacional que en Cuba haya una masiva excarcelación de presos políticos. Que Fariñas salve la vida. Y, ya que estamos, que el cambio democrático no se tarde.

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