Conspiranoico

La comunidad internacional echa la culpa a los chinos, que siempre la tienen, y desde las redes, a las feministas

Como te lo digo, Recesvinto, lo del coronavirus es una conspiración para establecer un nuevo orden mundial. Te lo digo yo, a quien el rector de la Católica de Murcia invitó a abandonar la institución a la vista de que mi coeficiente intelectual me llevaba a cuestionar la ineludible capacidad del bien para ganar al mal. Lo dicho, todo es un elaborado plan de las farmacéuticas, apoyadas por Trump, Putin y Bolsonaro, y dirigidos por Hitler desde su refugio en el Amazonas, que como tú bien sabes no se suicidó en Berlín, sino que escapó disfrazado de judío debajo de una montaña de lingotes de oro, para ser recogido en un puerto del Báltico por el general Muñoz Grandes en el único submarino español capaz de emerger después de sumergirse.

Tras un viaje épico a través del Atlántico en el que pintaron al navío de rosa para que no pareciera de guerra, recaló en Argentina, donde esperó la llegada de tiempos mejores. Ahora, vencido el comunismo en Rusia y puestos sus ojos en el chino, ha conseguido urdir este plan. El asunto es sencillo. Fabricado el virus en el laboratorio clandestino de Josef Mengele, se inocula a un centenar de murciélagos que se exportan al mercado de animales de Wuhan, donde inician la pandemia. La comunidad internacional echa la culpa a los chinos, que siempre la tienen, y desde las redes, a las feministas.

Controlada la primera oleada, el desagravio por la actuación de las feminazis lleva a la convocatoria de corridas de toros multitudinarias (en esto, cada país tiene libertad para adecuarse a sus particularidades culturales) y manifestaciones por la libertad para no llevar mascarillas que impidan que se oigan bien las tonterías. El contagio se generaliza, pero se niega alegando que esto es una gripe. La población mundial cae como chinches, decidimos no comprarle ni un limón a los chinos, que quiebran, y Ayuso pide un mando único que no puede ejercer Sánchez, sino Casado, quien prometido volar desde la playa a las Azores para fotografiarse con Trump y Putin si se lo conceden. Los rusos anuncian el éxito de la vacuna después de comprobar que a Putin no le han crecido los pechos y todos renunciamos a convocar nuevas elecciones a cambio de que las discotecas abran hasta la 6 de la madrugada. Con el primer ingles que se rompe los cuernos al saltar a la piscina desde un balcón en Magaluf, el Reino Unido levanta la cuarentena y todos volvemos a ser felices.

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