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Si alguien sigue los aburridísimos debates de la izquierda -sobre todo de la "izquierda a la izquierda de la izquierda"- no tardará en descubrir que el verbo "construir" aparece continuamente en todas las discusiones. La izquierda se dedica a "construir pueblo" (título de un libro de Íñigo Errejón), a "construir solidaridad", a "construir unidad", a "construir izquierda", a "construir un programa transformador", a "construir un relato", a "construir alternativas", a "construir solidaridad" (sea eso lo que sea) o incluso a "construir un nuevo paradigma" (lo de paradigma suena a vocablo enrevesado para ganar el rosco de Pasapalabra). Y en su primera época, cuando apuntaba hacia un peronismo de batucada y griterío callejero, Errejón incluso animaba a "construir patria", aunque después la cosa se desinfló hasta quedarse en un modesto "Más País". Pero la cosa siempre giraba alrededor del verbo "construir", que para la izquierda tiene la categoría de un talismán o de una palabra mágica, como abracadabra. Si un algoritmo analizara los debates de la izquierda, estoy seguro de que el verbo "construir" sería una de las palabras más frecuentes. O la más frecuente de todas. Construyamos ya ese algoritmo, camaradas.
En cambio, la izquierda le tiene pavor a la construcción real de edificios con sus correspondientes grúas y recalificaciones y maletines. Y en cierta forma es normal que sea así. Algunos de los mayores casos de corrupción que hemos conocido se han llevado a cabo a la sombra de las adjudicaciones de obras. Los términos "corrupción urbanística" parecen ser inseparables, como las cerezas o los contertulios de Sálvame. Rafael Chirbes escribió páginas magistrales sobre la corrupción inmobiliaria en la costa levantina. Y todos hemos oído hablar de casos flagrantes, muchos de ellos impunes, por cierto.
Esto explica que desde hace años no haya habido una política decidida de construcción de vivienda social en nuestro país. Hace años me dediqué a consultar la web de la Consejería de Vivienda de la Junta (cuando existía) y no logré encontrar ni una sola noticia sobre construcciones o adjudicaciones de viviendas sociales. Construir pueblo -o solidaridad o relatos o alternativas- es una de las causas más potentes de la izquierda. Pero las viviendas, ay, las viviendas pueden esperar.
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