letra pequeña

Javier Navas

Demasiados escalones

ESTO va de menos a más, cuando lo razonable habría sido de más a menos. Antes de los pellizcos a las nóminas fueron los adeudos a los trabajadores (en Cortes de la Frontera los funcionarios huelgan porque no cobran). Luego, la supresión de cargos de confianza por otros más confiables aún (un político que se fía de tanta gente es un peligroso bendito). Pero las reformas de las Administración, para hacerla ágil y calificada, debían ser estructurales. No bastaba reventar espinillas, hacía falta amputar por alguna parte, una vez que el Estado se había convertido en el circense monstruo de las tres cabezas, los diecisiete brazos y los cincuenta y dos ombligos. Va a tocarle a las mancomunidades; como a quien le toca la china.

En Málaga tenemos tres: Sierra de las Nieves, Costa del Sol propiamente dicha y Axarquía-Costa del Sol impropiamente dicha. Gestionan los servicios que a ayuntamientos pequeños les saldrían carísimos (estos servicios, por definición, no son rentables, pero tampoco es necesario que sean sangrantes), del tipo recogida de basuras, mantenimiento de las playas, la preservación del medio ambiente y así. Hace tiempo que sus responsables trasquilan, por conciencia cívica o para evitar que el estruendo de las facturas de teléfono llegara más arriba, donde blanden unas tijeras hambrientas. Pero el ministro Bebeta ya avisa de que el Gobierno se está pensando suprimir las mancomunidades, que va a negociarlo y si se llega a un acuerdo, adiós, mancomunidades; si no se llega a un acuerdo, adiós también.

El ministro coloca en una situación espinosa a los cargos de su cuerda: Bendodo (presidente de la Diputación), Margarita del Cid (presidenta de la Mancomunidad Costa del Sol) y a Óscar Medina (Axarquía). Más todavía a los cien trabajadores que juntan. Dado el enorme bulto de los confiables en estas instituciones (en Costa del Sol hay 31 funcionarios y 28 designados digitalmente), invitan a sospechar que allí los partidos meten a correligionarios a los que hay que agradecer los servicios prestados o llenarles la boca con un puestecito para que no hablen. Los técnicos, los que efectivamente cumplan un trabajo que se justifique, deberían de ser fácilmente integrados en la Diputación: alguien tendrá que hacerse cargo de las herencias de la difunta, si es cierto que los ayuntamientos no las pueden asumir con una sencilla fusión. Pero estas reorganizaciones no tendrían que haber esperado a una crisis. Tal vez cuando salgamos de ella -porque vamos a salir- habremos ganado fuerza y racionalidad. Solo cabe esperar que hayamos aprendido algo y no volvamos a abrir las hospitalarias puertas de las administraciones como si fuesen holgadas agencias de colocación.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios