Demoscopia y realidad

El PP no tiene riesgo de desaparición, pero padece una distorsión que le puede hacer errar en su estrategia

Lo malo de las encuestas es creérselas a pies juntillas, pensar que los resultados que proclama son la única verdad y que sobre ellas hay que basar exclusivamente la estrategia política. La realidad es algo más compleja y, por mucho que los sondeos traten de afinar, siempre hay que admitir que existe una verdad oculta que puede trastocar cualquier análisis. La historia política está plagada de clamorosos errores inducidos por una creencia excesiva en la demoscopia y por decisiones basadas en encuestas erróneas.

En España este daño demoscópico ha tenido clamorosos ejemplos que no solo han dado al traste con algún gobierno, sino que han llevado a algunas formaciones políticas al desastre. Como damnificados por esta fe ciega en los sondeos hay que señalar a Ciudadanos, que confiado en las encuestas que lo auparon a lo más alto de las preferencias políticas españolas no se conformó con un papel secundario en un gobierno de coalición, sino que prefirió negarse a cualquier acuerdo y forzar nuevas elecciones. El resultado ya lo hemos visto; se ha convertido en una formación testimonial, con la señal de la desaparición en la frente. Podemos ha sido otro partido que se obnubiló con ser el más votado, tal como señalaban las encuestas, y se empecinó en sobrepasar al PSOE y quedarse con el santo y seña de la izquierda española. Hoy su principal líder ha desaparecido después de haber laminado a todo el grupo fundador y ha quedado como apoyo al gobierno progresista sin mejores expectativas futuras.

El PP no es un partido de nueva creación que pueda tener riesgo de desaparición por errores de cálculo electoral, pero sí está padeciendo una distorsión demoscópica que le puede hacer errar en su estrategia. A la sombra de una mejora en sus expectativas electorales, Pablo Casado parece decidido a pensar que esta es la realidad incuestionable y permanente sobre la que edificar su futuro electoral. Acaricia la hipótesis imposible de, por un lado, tratar de congelar el actual momento político para mantener sus expectativas en los sondeos y, por otro, esperar que el tiempo que queda para la convocatoria electoral pase rápido. Pero el problema es que la realidad es cambiante y no parece fácil que la simplificación de la crítica a los indultos y la permanente petición de dimisión del presidente del Gobierno sean argumentos suficientes para sobrevivir tanto tiempo. O el PP cambia de estrategia o puede pasar a engrosar la nutrida lista de damnificados demoscópicos.

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