Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Feminismo ‘natural’

Ahora el inerme empieza a percibirse en el hombre; cunde la demanda de que la igualdad no tenga género

La burbuja inflacionaria del feminismo populista comienza a desinflarse a ojos vista. Por hartazgo unas, por simple proceso de reflexión desde el sosiego otras o por constatación de que los excesos legislativos con su criminalización cautelar sólo ha llevado a nuevas formas de indefensión, de segregación o de violencia legal, el resultado es este desinterés que se empieza a palpar en el ambiente por seguir con el runrún cansino de la victimización de lo femenino.

Las personas, si les dejas, hasta llegan a pensar por si mismas. Especialmente si los iconos más recientes de la lucha feminista dejan ese mal sabor de boca de una Irene Montero apuñalada con mucha sororidad por su antaño compi la insaciable arribista Yolanda Díaz. Semejante saña entre mujeres ha dejado en nada la tan traída agresividad masculina.

Los datos de una reciente encuesta ponen en números lo que muchos percibimos: las tornas han cambiado y ahora el inerme empieza a percibirse en el hombre. Y el desamparo no tiene sexo por mucho que se haya querido rentabilizar. Cunde la demanda de que la igualdad no tenga género. También de que se ponga más el acento en la diferencia entre sexos como parte de la riqueza de la diversidad frente a ese igualitarismo sin personalizar que esta dejando vacíos los hogares, llenas las consultas psiquiátricas y repletas las guarderías con niños con padre y ahora además madre ausente hasta las tantas.

Una sana desconfianza crece en toda edad y condición hacia la manipulación interesada de las conciencias que derivó en este buffet libre de subvenciones y puestos a dedo que, a la luz de los resultados, no ha producido descenso alguno en los índices de homicidios de mujeres a manos de sus parejas. El enfoque parece ser el error, además de las simplificaciones derivadas de tan perjudicial ideologización.

El regreso de muchos a aquel ‘feminismo natural’ que ya ejercieron nuestras madres y abuelas, ni tan sumisas ni tan inermes como ahora se las pinta, avanza entre el cansancio, el desencanto y el hastío con una legión de mujeres a las que ya no les tienen que decir cómo ser las perfectas feministas desde el poder constituido pues ya se cansaron de recibir órdenes y consignas como si fueran, una vez más, incapaces de pensar y actuar como les dicta su libre voluntad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios