Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

La nube y la lumbre

Hay que compartir y militar en esta música con más sonido real que afeites tecnológicos

Volvía a disfrutar recientemente de un recital del grupo folk Luar na lubre. Lo hice en compañía y celebración también de nuevo de mi amiga Lorena Marín, ya flamante casi doctora en Historia con tesis depositada y todo. Celebrar así es realmente una delicia para la amistad sincera, para los sentidos y el espíritu.

Más aún si el grupo que te alegra la noche es de una pieza y suena casi mejor en directo que enlatado. Si a eso le sumas que hasta te enseñan cosas interesantes sobre su música; te informan de lo relegada que está esta música de raíz que, sin embargo, llena los teatros; o confirmas, en fin, de que este grupo es toda una institución cultural en Galicia después treinta y ocho años sobre los escenarios, pues al disfrute del oído se suma el placer intelectual en esa tarde de sábado en que, como estos gallegos mismos decían, se habían traído las nubes hasta el GranaFolk, este pírrico festival que se consolida y crece a despecho del ‘business’ musical ahíto de esos balbuceos como de mongólico que nos quieren hacer pasar por canciones a la moda.

Los que acudimos a la cita de esta ‘lumbre’ galaico-celta coronamos las más de dos horas con los móviles alumbrando la oscuridad como velas al ritmo tarareable de músicas de los abuelos celebrando lo que nos conforma, ese pasar de las generaciones que se traspasan los saberes que realmente cuentan para estar vivos.

Entusiasmo entre un público entrecano, talludito y algo de acomodo en el éxito de estos tótem de lo folk con su público del boca a boca, con sus gaitas y acordeones, violines y esa voz (¡qué voz! la de Irma Macías) más celestial que humana de una solista-animadora con sus bailes en un formato de espectáculo quizás demasiado formal-sobrio para los que recordamos conciertazos más locales como el de Celtas Cortos y Lombarda en el Albaicín o Alexis Díaz-Pimienta y Mayalde en el Parapanda folk de Íllora.

Hay que compartir y militar en esta música con más sonido real que afeites tecnológicos. Hay que cantar las tonadas que aprendimos al calor del hogar para crear una barrera invisible frente a la horda de sonidos que nos bombardea y que más que a nuestro corazón apunta a nuestro bolsillo. Porque la vida es otra cosa cuando sales del teatro y vuelve a brillar la noche con ese fulgor que te deja en el rostro, con o sin lluvia, Luar Na Lubre.

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