
NOTAS AL MARGEN
David Fernández
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La mar de historias
EL siete de julio de 1959, procedente de Gibraltar, atracaba en el muelle uno el velero de bandera sueca Flying Clipper. Realizando un viaje por el Mediterráneo, a bordo de este barco, considerado en aquellos años uno de los yates privados más grandes del mundo, viajaba el político norteamericano Aldai Stevenson; un importante representante del partido demócrata que en dos ocasiones fue candidato a la presidencia de los Estados Unidos.
Construida en 1929 en los astilleros escoceses William Denny & Brothers con el nombre de Sunbeam II, esta goleta de tres mástiles, navegó durante una década como el yate privado de un importante miembro de la nobleza inglesa. Después de pasar la Segunda Guerra Mundial como base de un grupo naval al Sur de las Islas Británicas, en 1945, el velero se convertía en un buque escuela y se abanderaba en Suecia. Renombrado como Flying Clipper en 1954, en los dos años siguientes, este buque de 59,40 metros de eslora tomaba parte en las dos primeras regatas internacionales que se organizaron para grandes veleros. Tras volver a navegar como un yate privado en 1965, el Ministerio de la Marina de Grecia lo adquiría rebautizándolo como Eugenios Eugenides, nombre que aun mantiene convertido en museo cercano a Atenas.
Pero regresando a la historia malacitana de esta escala, tras su llegada con tan importante visitante a bordo, se sucedieron diversos actos. Además del correspondiente protocolo y una cena de gala en el yate, el político norteamericano fue agasajado con una visita a Torremolinos para degustar una típica fritura malagueña. Finalizada su estancia, el nueve de julio, el Flying Clipper siguió su viaje con destino a Valencia.
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