Franco Vs. Frankenstein

El principal heredero o beneficiario de Franco a estas alturas es Pedro Sánchez, que le saca petróleo

La derecha gana elección tras elección y cada vez nos cae más cerca (Holanda, Italia, Argentina, Portugal…). Sin embargo, los comentaristas políticos siempre dejan claro que esa tendencia no es extrapolable a España. Me pregunto por qué.

Entonces recuerdo una cena de este verano, cuando Pedro Sánchez acaba de no ganar las elecciones con capacidad para sumar con todos los restos de nacionalismos e independentismos del hemiciclo. Caí en una mesa con varios socialistas históricos y campanudos, de la vieja guardia. Fui presentado como escritor y nada más. Y ellos, aunque felipistas de pro, exultaban con la jugada de Sánchez, con el chasco de Feijóo y con el portazo en las narices de Abascal. Como sus comentarios hacia la derecha empezaron a subir de tono y grosor, me permití confesarles que yo era lo que ellos llamarían un “facha”, aunque sería mucho más exacto llamarme güelfo blanco, ultramontano o jacobita. Les dije que lejos de mi intención cortarles el punto, jorobarles el jolgorio o aguarles la fiesta, pero que no me parecía caballeroso estar callado tomando notas mentales y que luego ellos se enterasen por ahí de que yo era un recalcitrante, digamos. No es traidor el que avisa. Lo agradecieron y la cena siguió más o menos apacible, con predominio de los pájaros y las flores como tema de conversación.

Pero antes del cambio de tercio, habían celebrado muchísimo la sagacidad de Sánchez de poner al pueblo español en la tesitura de escoger entre Franco y Frankenstein. La gente –se mondaban de risa– prefirió a Frankenstein. No sé si ahora, con lo que está haciendo Sánchez, seguirán riéndose, porque mis comensales amaban a España y la igualdad entre ciudadanos. Frankenstein, desde luego, estamos teniendo hasta hartarnos.

Lo recuerdo porque es la explicación de la excepción hispánica. Por eso Sánchez, mediante desenterramientos y memorias históricas, no deja de sacar a Franco o de la tumba o a colación. ¡Como tonto…! Lo vio claro Nietzsche: “Si uno vive por combatir un enemigo, estará interesado en que éste siga con vida”.

Sánchez jamás va a renunciar a su matraca. La única manera de desactivar el comodín de Franco es asumir la historia de España con ecuanimidad. Es lo que no se hizo del 78 en adelante por el centro y por la derecha, regalando el relato a la izquierda, como todavía querrían seguir regalando tantos. Y ahora somos el único país Frankenstein de nuestro entorno.

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