La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Guardiola iza bandera blanca

En diez días ha pasado de las líneas rojas a la bandera blanca ante Vox, al que no podía tragar por xenófobo y machista

Diez días ha tardado María Guardiola en pasar del rojo al blanco. De trazar las líneas rojas que le impedían dar entrada en el gobierno de Extremadura a la ultraderecha a sacar la bandera blanca ante Vox, plegándose a las presiones de Feijóo y evidenciando la auténtica posición del PP sobre sus relaciones con Abascal: querría gobernar en solitario, pero no le importa coaligarse con él si de eso depende su acceso a la Moncloa. El poder es lo primero. Talmente como Sánchez.

No podía dejar entrar en el Gobierno a quienes niegan la violencia machista, a quienes están dispuestos a deshumanizar a los inmigrantes o despliegan una lona tirando a la papelera la bandera LGTBI... Desde ayer ya sí puede, aunque pretende que sólo un poco: no le ha dado a Vox la vicepresidencia de la Junta de Extremadura y dos consejerías, como exigía este partido que tan intragable le parecía, sino una sola consejería, la de Gestión Forestal y Mundo Rural. No es de los departamentos más relevantes. Quien no se consuela es porque no quiere.

Encima pretende, Guardiola, explicar su bajada de pantalones amparándose en supuestas motivaciones de interés superior. “Mi palabra no es tan importante como los extremeños”, proclama, como si los extremeños no hubieran otorgado unos cuantos miles de votos más al candidato socialista que a ella. “Mis principios están intactos”, proclama también, cuando lo que demuestra el episodio es que sus principios son enormemente flexibles. Cambian en diez días. Lo que de verdad le ha importado al PP ha sido acumular poder territorial a toda costa para que el Gobierno de la nación le caiga a Feijóo como una fruta madura. Lo demás es envoltorio retórico para una política oportunista. Grandilocuencia hueca y utilitaria.

Es curioso que el mentor político de Guardiola, que la aupó a la política autonómico, fue Alberto Casero, el diputado que se equivocó al votar y permitió a Pedro Sánchez y Yolanda Díaz la aprobación de la reforma laboral que los más tóxicos aliados de Sánchez habían rechazado por insuficiente. La reforma laboral que ahora anuncia Feijóo que no piensa cambiar si llega a gobernar, quizás porque ha resultado positiva para aliviar el desempleo. Le iría mejor si en las próximas semanas concreta más qué entiende por derogar el sanchismo en lugar de encamarse con quienes formulan una enmienda a la totalidad del Gobierno actual. Desde el extremismo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios