Los chinos tan seguidores del taoísmo comprenden la bipolaridad. El universo se equilibra entre dos fuerzas esenciales, tan opuestas como fundamentales, Son el ying y el yang. El ying es lo femenino, la tierra, la oscuridad…y el yang significa lo machirulo del cielo y la luz. Viene el asombro a cuento de la cantidad de filmografía oriental que por arte de plataforma televisiva nos tiñe de purpurina y rojo los pantallacos. Un derroche de efectos especiales con multitud de guerreros volando espada en mano. Todo un género el de la espada y brujería, las leyendas autóctonas y los futuros ciencia fricción. Cito un ejemplo de Netflix: La Tierra errante. No me pregunte porqué, pero nos vamos a estampar contra Júpiter a no ser que unos héroes lo eviten. El caso es meter miedo. Cine de catástrofes que contribuye a la nueva colonización cultural vía película con tácticas copiadas de Hollywood.

Las películas de buenos y malutos que nos han formateado los valores y decepciones del sueño americano. Estos cineastas chinos le dan a todo, a la comedia, al drama, los amoríos, el suspense y un montón de leyendas e historias autóctonas muy complicadas. Para entes peculiares en Cencheriland, sin ganas de complicarnos estamos más por el gym y el yang. El retorno a los gimnasios como abejarucos inmensos para desfacer los efectos del six pack de cervezas de oferta, volver a unos abdominales de tableta de chocolate. Vuelve la operación baquini, la deserción del cuerpo bovino cultivado con dieta chatarra. El retorno a los cantos del gimnasio con la mascarilla sudada.

Pura asfixia oiga. Ya me gustaría a mí ver a Arnaldo Schwarzenegger o a Sylvester Stallone con sus moreneces de textura de escroto con las venas reventonas levantando pesas con un bozal puesto. Son escenas que también se pueden contemplar en las instalaciones deportivas municipales al aire libre, con su césped artificial verde como la lujuria donde se ejercitan decenas de deportistas de ambos deseos y gustos musicales. Hay días que esto parece Miami Beach, entre los saludadores al sol en plan lémures en yoga y los apolos y las afroditas en tirantas mallas. Esforzados atletas sacando pecho palomo o implantado al ritmo de las olas y del reguetón. La primavera ya está aquí tocando los gyms y los yangs haciendo de tripas pulsaciones de corazón con ganas de lucir tipín, desertando del abandono covidvernal. Es el gym-yang.

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