SOY consciente de que en estos momentos redacto un artículo con algunas de las reflexiones más inútiles e ingenuas de las que se puedan aportar al panorama informativo actual. Unas líneas para sumarme a este hartazgo que han entonado casi al unísono algunos de los líderes de la llamada y poco articulada sociedad civil malagueña, aburridos, como casi todos, de este ir y venir de reproches cruzados, denuncias y artimañas de cualquier pelaje que practican ensimismados los dos partidos políticos, que imitan a sus mayores de Madrid. Y el grave problema es que creo de que casi todos los trapos sucios que ventilan son ciertos y exijo que se laven con luz y taquígrafos.

Es absurdo que reclame a los dos jóvenes dirigentes del PSOE y PP que abandonen este combate suicida, que aportará muchas víctimas en ambos bandos en las futuras contiendas electorales en forma de convencidos abstencionistas. Afortunadamente, la democracia en España ha crecido lo suficiente para que cuestionemos la realidad de esta partitocracia, a la que los ciudadanos hemos entregado los pilares para sustentar nuestro edificio de libertades, sin que se nos tache de fascistas, antisistema o buscadores oportunos de salvapatrias.

Es una indecencia asistir al gran espectáculo que nos sirve la política en estos meses, cuando la situación del país es la más preocupante en décadas. Pero está en liza el poder en su concepto más despreciable. En Málaga sería una buena solución que la foto individual con mensaje unívoco que ayer publicamos de los representantes de los principales sectores sociales y económicos se convierta en una imagen colectiva para alertar de la desaparición por incomparencia de los partidos ante los problemas reales de esta provincia. Pero estamos salvados, Chaves y De la Torre se sientan hoy juntos para hablar de la Semana Santa.

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