Implementación big-bang

¿Están nuestros hogares preparados para este desembarco tecnológico

En cualquier innovación que afecta a un gran número de usuarios se plantea siempre la misma disyuntiva: aplicarla progresivamente por sectores o hacerlo globalmente en un solo instante. En el caso de la nueva modificación europea del precio de la electricidad, donde se establecerá una tarifa diferente cada cuarto de hora, los cambios pudieran parecer menores, pero son de una enorme trascendencia. Y se ha decidido realizarlos de una tacada, bajo la estrategia denominada “implementación big-bang”. ¿Están nuestros hogares preparados para este desembarco tecnológico?

Desde hace años la irrupción de la energía fotovoltaica ha permitido un nivel creciente de autoconsumo en nuestra sociedad. Lo que comenzó siendo aplicado a las viviendas aisladas ha desembocado en un uso generalizado para edificaciones, industrias y administraciones diversas. Gracias a ello se han visto liberados de una buena parte de sus gastos fijos y han descargado parcialmente las limitaciones de capacidad existente en las grandes líneas de alta tensión estatales. Esta nueva configuración del mercado eléctrico, basada en el principio de divide y vencerás, permite la diversificación de la producción y genera incluso la adaptación de los horarios laborales al calendario solar de cada lugar.

Pero estos cambios también suponen una disminución de los ingresos para los estados, y de ahí la curiosa reacción europea. Aunque ha sido atrasada un año la fecha de implantación del nuevo sistema de tarificación, por problemas en la adaptación de los algoritmos a todos los países, el horizonte legal y técnico ya está definido y será el 1 de enero de 2025. En ese momento, todos aquellos dispositivos mecánicos o domóticos que nos permitían establecer un consumo más favorable en las horas de menor precio dejarán de ser útiles. Y no solo genera una enorme incertidumbre, sino que además hace imposible que alguien que haya contratado la tarifa de luz regulada pueda estar consultando los precios cada cuarto de hora, cada cinco minutos, o cada intervalo de tiempo futuro que se les vaya ocurriendo. Está claro que esta estrategia de voracidad fiscal traerá como consecuencia una mayor implantación en los hogares de sistemas que aseguren, independicen y estabilicen el precio de la energía. Salvo que los estados decidan intervenir también dentro de nuestros hogares, y algunos parecen que le van cogiendo el gusto a ello.

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