Ignacio del Valle

Mal de corruptos

Cuando a estos sujetos les pillan con las manos en la pasta ¿Qué pasa por esas cabezas?

A mí que me registren y se encuentran con los billetes morados oliendo a alcanfor por los altillos. Carpetones y pendrives con sus trapicheos offshore.

Más que políticos chungos son actores de Goya. Expertos en debatir a garrotazos enterrados en mierda hasta las rodillas. Y tú más.

Hay que tener los nervios de hormigón para ir por la vida tan estirado y respingón. Porque yo lo valgo. No es que la corrupción sea nuestro mal endémico exclusivo. Se enmascaran los privilegios y normalizan de aquí a Beijing. Abundan los concursos y licitaciones con cláusulas ajustadas al conchabado que reparte más billete. El compromiso del clan. Es la meritocracia cañí. Caso de máster cifuentino.

El penúltimo auto de fe en prime time es el del ex ministro Eduardo Zaplana. El presunto entra en el ranking de los saqueaderes, invercarios, gürtelscorreosos... Nóos hemos sido, tres per cent, dónde está la pasta Pujol. Sangrante caso Edu y los malayoscouché convertidos en share de telechatarra.

Cuando a estos sujetos les pillan con las manos en la pasta ¿Qué pasa por esas cabezas? ¿Cómo reaccionan a los insultos? Los trayectos en ascensor trepando hasta el ático en un silencio cortante. La deshonra familiar. El ya te dije que no era trigo limpio ¿Habrá alguna clínica para desenganchar estos adictos a la corrupción? ¿En qué pensarán cuando pasan por el retrato flash de comisaría? ¿Y en el descenso al trullo? ¿Cómo seguirán yendo a lo suyo cavilando cómo salvar los restos del botín rapiñado?

Abundan demasiados psicópatas en la política y liderando la sociedad. Horroriza que estos personajes hayan protagonizado las directrices de la cosa pública. En la empresa, en el gobierno y en la comunidad de vecinos. Hay estudios gringos que insinúan que de cada cinco sillones en un consejo de administración, a una poltrona está atornillado un psicópata potencial. Artistas de la mentira. Encantadores, impulsivos. Crueles. No disciernen entre razón y emoción. Son dementes. Tras la sonrisa la lían. Inversiones ruinosas, quiebras míticas, planes delirantes. Nos meten en guerras. Nos asfixian a impuestos para dilapidarlos y reembolsarlos con su ingeniería amiguete. Expolian. Sus malas y lideresas cabezas nos complican la vida. Devalúan la democracia que tanto ha costado conquistar. Los políticos corruptos son un cáncer social, el mal que nos afecta a todos.

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