Nuevos y salvajes

Lo de los soldados de juguete es una afición que combina con una documentación histórica muy precisa

Tiempos tan bestias como acostumbran. Por esos vericuetos de la casualidad hace unos días conversé con Jorge Martínez, Jorge de los Ilegales que ha presentado su último disco La lucha por la vida, un álbum coral que en portada ¡Oh Casualidad! lleva un retrato de Rasputín, archiconocido monje viciosillo de la corte del último zar Nicolás II. Jorge "Ilegal" lleva más de cuarenta años rasgando la lengua y la guitarra. En los años ochenta fue autor de las letras que canturreábamos cuando el muro de Berlín extinguió la brasa de la guerra y paranoia fría. Todavía quedan rescoldos. En el meollo de la Transición desindustrializadora se coreaba "Tiempos nuevos, tiempos salvajes, toma un arma, eso te salvará, levántate y lucha, esta es tu pelea levántate y lucha, no voy a luchar por ti".

Rimas con tintes proféticos y lúgubres de ucraniana tragedia. Jorge Martínez hoy también es un reconocido coleccionista de guitarras y soldados de plomo, está considerado un experto en estos asuntos tan bipolares. Lo de los soldados de juguete es una afición que combina con una documentación histórica muy precisa. Alejado de lo marcial, valora las virguerías artísticas de sus pequeñas joyas que funde y también pinta a mano. Para preservarlos, rastrea y recupera moldes de fabricantes históricos como Eulogio, Teixidó o Poch. Sin ser militarista, hecho en el que ahondó con insistencia, se explayaba en valores plásticos, expresionismo y movimiento de sus juguetes.

De paso, dejó caer unas observaciones acerca de la violencia presente en la naturaleza, no solo entre especies diferentes, también intraespecie. Como muestra, el ser humano. Con las consideraciones de un personaje que "se ha jugado tantas veces el corazón que lo ha perdido" me pregunto si, además , el resto de los mortales, también hemos extraviado la razón. No sé si usted se sentirá tan abrumado como yo con la nueva trifulca en el vecindario euroasiático. Tras el combate mortal con la pandemia del coronabicho, son demasiadas peleas y muy seguidas que amenazan nuestra quejosa y mullida existencia. Otra vuelta más retorcida aún para tenernos en vilo, abonados al sentir pesimista y nihilista de añada punk. Un desánimo que hay que espantar. Mire que pintan bastos y los palos, como los turistas, llegan por donde menos los esperamos. Son los tiempos que nos ha tocado despachar, como siempre nuevos y salvajes, por ello tenemos que estar a la altura de los acontecimientos en Cenacheriland.

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