
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Los tuyos
EL ESPONTÁNEO
ACUDO dos o tres veces por semana a una pequeña tertulia de amigos, de diferentes oficios, aficiones y profesiones. Pues bien, en esta ciudad abierta, cosmopolita, llena de luz, sol y de gente generosa, uno de los contertulios comentó, no recuerdo con qué motivo y con nostalgia, que añoraba La Codorniz, revista de antaño, de profundo humor. Le rebatí que, en estos momentos paradigmáticos que vivimos, no nos hace falta La Codorniz, sólo hay que hojear los periódicos diarios para que cualquier noticia dé rienda suelta a la imaginación. Y todo esto viene a colación porque en los últimos días me impactó la noticia de que unos señores que siempre me han producido mucho respeto, llamados paleontólogos, han encontrado en la Patagonia, Argentina, unos embriones de 15 cm de diámetro de dinosaurio, y aquí empieza el misterio. Estos sabios, que saben lo que es el ADN (yo nunca pasé de saber la fórmula del agua y la de la aspirina), con unas pequeñas escobillas, rasca que rasca, resulta que han elaborado una teoría según la cual hace la friolera de 60 millones de años, un pedrusco, es decir, una piedra gorda que tenía un diámetro de más de 10 km. Imagínense. Y que dicha piedrecita, que ellos denominaban asteroide, chocó contra nuestro planeta y dicha pedrada, hablando en lenguaje coloquial, fue a parar a nuestro planeta e hizo que desapareciesen esos grandes monstruos denominados dinosaurios, que en los últimos años estuvieron de moda y que llenaron tiendas y tiendas de todos los tamaños y hasta se hizo una película de grandes efectos especiales que batió récord de taquilla y el director y los productores se pusieron los bolsillos llenos de pingües beneficios, pues con tamaño pedrusco se formó tal cantidad de polvareda que ensombreció al sol, la temperatura del planeta bajó hasta límites insospechados y los dinosaurios desaparecieron de la faz de la Tierra. Pero, bueno, eso pasa porque según estos sabios, que lo calculan todo hasta el milímetro, hace nada más y nada menos que 60 millones de años. Y todo esto me ha hecho reflexionar sobre los refranes populares, que generalmente suelen tener razón en la mayoría de los casos, pues es la sabiduría del pueblo llano y sencillo que ha transmitido oralmente la experiencia de la vida.
Entre ellos aquel que le encantaba a mi tía Avelina y solía mencionar nuestro Nobel Camilo José Cela: "Que Dios te libre de fraile embergado, delantera de viuda y patada de mula".
La cosa más tonta, una simple pedrada, un asteroide acabó con la vida de esos monstruos que por lo visto eran inofensivos, vaya usted a saber. Ya me lo decía mi querida madre: "Hijo, que no te toque la china". Y por lo que ahora nos cuentan los científicos, a los dinosaurios les tocó la china, y qué china.
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