la esquina

José Aguilar

Prohibido divertirse siendo chino

GENERALMENTE, las dictaduras intentan perpetuarse a través de dos instrumentos de producción ideológica utilizados a mansalva: el adoctrinamiento y el entontecimiento de las masas. Información y formación dirigidas, de un lado, y entretenimiento alienante, de otro.

No suelen fallar... si la población no ha salido aún del subdesarrollo y se conforma con esa dieta intelectual racionada. Todavía recordarán muchos lectores cómo el franquismo controlaba los medios de comunicación, incluso después de acabarse la censura previa, a la vez que programaba cuidadosamente el ocio -escaso- de los españoles para distraerlos de sus problemas y evadirlos de su a menudo cruda realidad.

Como los dirigentes de China son tan raros que se dicen comunistas y practican el capitalismo más feroz, tampoco han seguido del todo este manual de conducta del dictador tradicional frente a su pueblo. Persiguen, sí, la disidencia sin ninguna limitación y no conciben la libertad de información más que como el derecho de su partido único a dictar lo que los chinos deben conocer y lo que deben ignorar, pero no son partidarios del entretenimiento. Vamos, que no dejan que la gente se olvide de sus penas viendo programas de televisión banales y completamente sin sustancia.

El Gobierno ha lanzado una cruzada cultural contra el mal gusto y el "excesivo entretenimiento" de las emisiones televisivas, obligando a las 34 cadenas de TV por satélite a reducir en más de dos tercios sus programas de ocio, en los que se colaban historias, personas y situaciones contrarias a "las virtudes tradicionales y los valores socialistas claves". Por ejemplo, los concursos en los que los participantes buscan pareja (en uno de ellos una chica invitada por un muchacho a darse un paseo en su bicicleta le contestaba que prefería llorar en un BMV que reír en una bici), la exitosa serie en que un funcionario del PC chino le daba dinero a una joven para la entrada de un apartamento a cambio de convertirse en su amante o el concurso para cantantes noveles, obligado a emitir solamente canciones "sanas" y a evitar los fans gritones y los concursantes perdedores que se echaban a llorar. El presidente Hu Jintao advirtió del peligro: "Fuerzas internacionales están intentando occidentalizarnos y dividirnos por medio de la ideología y la cultura". La conjura extranjera, otro clásico.

He defendido siempre la teoría de que toda dictadura que hace crecer la economía y prosperar a sus súbditos siembra involuntariamente las semillas de su destrucción. Acaba abriendo paso a la libertad. La verdad es que hasta ahora China me ha negado la razón estrepitosa y reiteradamente. Yo no pierdo la esperanza.

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