Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Putin, un perro rabioso

Tras un año masacrando a Ucrania, sin lograr sus fines, se refugia en un peligroso ultranacionalismo

Se cumple un año de la invasión rusa de Ucrania que ha originado, según la ONU, más de 8.000 civiles muertos, entre ellos casi medio millar de niños, infinidad de heridos, ocho millones de refugiados, en el éxodo más numeroso desde la Segunda Guerra Mundial y la devastación de gran parte de un país libre europeo. Estos datos oficiales -que serán superados por la cruel realidad- se refieren sólo a la población civil, no a los combatientes en los campos de batalla, cuya cifra de víctimas es incalculable. Los civiles que quedan con vida en las zonas más vulnerables viven en condiciones calamitosas, prácticamente sin alimentos, agua, electricidad, calefacción porque los invasores han concentrado su fuego devastador no sólo en edificios civiles, bloques de viviendas, mercados, hospitales, colegios, sino en infraestructuras básicas de electricidad, agua, gas, etc. Por si fuera poco el ejército invasor ha cometido múltiples crímenes, violaciones de mujeres y niños, sembrando el terror en la ciudadanía. Apocalipsis, decía, comparando las tragedias causadas por los terremotos sufridos en Turquía y Siria con la devastación, muerte, violaciones y horror narrados en la guerra de Ucrania. Esta tragedia llega a Occidente gracias al esfuerzo de periodistas enviados por todos los medios audiovisuales públicos y privados, a los que debemos agradecerles su esfuerzo para contarnos los sufrimientos de las personas.

Las personas no suelen importar en las guerras, son sólo un número. Desde luego al sanguinario sátrapa Vladimir Putin y a las rusos que lo apoyan y hasta se vanaglorian de esos sufrimientos son cosas secundarias, porque, en su delirio, dice que esa 'operación especial' ha sido motivada para defender a la gran Rusia, recuperando un territorio que afirma pertenecerle históricamente, pero que como otras repúblicas socialistas consiguieron su independencia y, pese a los lazos afines, el pueblo no tolera ser menospreciado o esclavizado, como pretende el nuevo zar, y desea ser un miembro más de la Europa de las libertades.

Fracasado, por ahora, su plan de anexión del rico territorio -primer exportador de cereales, minería, etc.- Putin vende a los rusos un disparatado discurso ultranacionalista de que no sólo los ucranianos, sino al decadente Occidente -el de los matrimonios entre homosexuales, por ejemplo- se han levantado para acabar con la 'invencible Rusia', su modelo de vida y su cultura, por lo cual ha anunciado su salida de los tratados de controles de armas nucleares. Probablemente estemos ante otro de los locos-cuerdos de la historia de la Humanidad (su discurso parece copiado de los de Hitler). Por lo pronto, se ha convertido en un perro rabioso, cuya mordedura puede ser letal a escala universal.

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