ConfabularioLa ciudad y los días

Manuel gregorio gonzález carlos colón

RepublicanosErosiona que algo queda

Juan Carlos I es el principal instigador de la democracia en España. Pujol el artífice de la calculada división en Cataluña No pudiendo derribar la Monarquía por la vía constitucional han optado por la erosión

Los republicanos españoles andan de enhorabuena. Tanto el republicanismo naïf de Pi y Margall y Pablo Iglesias Posse, como el racismo lírico de PNV y ERC, se lamentan, no sin razones, de la posible monetización de la Corona en los días del Rey emérito. También el republicanismo jacobino tiene motivos para el contento: el ardoroso latrocinio de la familia Pujol (el confesado y el presunto), así como la inagotable voracidad euskaldún respecto de las arcas comunes, no invitan a favorecer la España autonómica, y sí aquel jacobinismo machadiano que don Antonio resumía espléndidamente, por boca de Juan de Mairena: un español andalucista en "un español de segunda y un andaluz de tercera". Subrayando que, en el caso que hoy nos ocupa, el señor Pujol acaso no llegue a catalán de cuarta categoría. Pero sí, indudablemente, a catalanista de primer orden.

Establezcamos, aun así, ya que estamos entre honorables repúblicos, cierta prevalencia, cierto matiz entre unos republicanos y otros. Digamos que el republicano federal a lo Pi y Margall tiene sólidos motivos para la queja, puesto que el antiguo jefe del Estado se ha mostrado "demasiado humano" -presuntamente, como es obvio- en el cobro de comisiones a los países árabes, a cuenta de la promoción de empresas españolas. De igual modo, el repúblico jacobino no considerará tolerable que el señor Pujol, so capa del catalanismo, se haya agenciado unos ahorros (presuntamente, insisto), al tiempo y a la vez que iba asentando su poder sobre una sociedad asediada por un discurso xenófobo. A esto cabría añadirle, a título de anécdota menor, que don Juan Carlos I es el principal instigador de la democracia en España, mientras que don Jordi es el artífice de la calculada división de la sociedad catalana entre catalanes fetén y charnegos sin derecho a roce; o dicho de otro modo, entre "bestias con forma humana" y la noble raza catalaúmnica, en simpática expresión del muy republicano don Quim Torra.

De todo lo cual se deduce que los viejos repúblicos a lo Pi y Margall encontrarán su melancólico triunfo en el repudio del viejo Rey de España, mientras que los republicanos jacobinos aún habrán de tolerar a don Jordi Pujol convertido en padre de la patria, como antes ocurrió con don Luis Companys, cuyos crímenes denunció Azaña infructuosamente, y antes aún con el más escalofriante racista que ha conocido el país: don Sabino Arana Goiri, cuyo monumento ningún joven republicano y antirracista se atrevería a derruir, so pena, claro, de verse reputado de fascista.

A los republicanos no constitucionalistas -ya sean independentistas o populistas de extrema izquierda- se les ha puesto cuerpo cartagenero de 14 de abril de 1931 con la marcha de Juan Carlos I, acosado por sus propias torpezas y errores a cuya presunta gravedad hay que sumar una brutal campaña de descrédito. El símbolo mayor de lo que los independentistas y populistas de extrema izquierda llaman régimen del 78 ha salido de España de forma vergonzante al verse puesto en la picota en la que él mismo se ha colocado.

Lo preocupante es que estos independentistas hayan sido un apoyo fundamental para el actual presidente del Gobierno; y, sobre todo, que los populistas hayan entrado en el Gobierno de España como contraprestación a su ayuda. Que existan partidos republicanos forma parte de la normalidad democrática. Que algún día lograran la mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras, necesaria para reformar la Constitución, forma también parte de la normalidad democrática. Lo inaceptable es que desde el propio Gobierno su vicepresidente segundo utilice las expresiones "huida", "actitud indigna" y "fraude a la justicia", dando por supuesto, sin necesidad de juicio ni de condena, que el Rey emérito ha delinquido al escribir en otro tuit: "La España del siglo XXI ya no tolera la corrupción ni el privilegio. Cualquier ciudadano que cometa delitos debe dar la cara ante la Justicia". Que el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso pida "que se impida huir" a Juan Carlos I forma parte del espectáculo y las varietés de la política, sobre todo en estos tiempos de mínimos intelectuales. Pero que el vicepresidente segundo del Gobierno se sume al coro es de una extrema gravedad.

Sabiendo que no pueden derribar la Monarquía por el camino constitucional han optado por la erosión. Por desgracia, Juan Carlos I se lo ha puesto fácil. Felipe VI es más duro de corroer. Tal vez ponga fin a la agitada saga de los Borbones, hasta hoy poco dados a finales de reinado plácidos: perdido el trono en 1931, Alfonso XIII murió en el exilio; forzado por las circunstancias, y tras un largo enfrentamiento con su hijo, don Juan renunció a sus derechos dinásticos y a la Jefatura de la Casa Real a favor de Juan Carlos; y este, forzado por otras circunstancias, abdicó en su hijo Felipe y ha abandonado España. Ojalá Felipe VI rompa esta racha. Por el bien de todos.

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