El lanzador de cuchillos

La Resistencia

Los activistas de 'S'ha acabat!' han aprendido a mantener la dignidad un par de peldaños por encima del miedo

A finales de 1999 nació en el País Vasco la plataforma ciudadana ¡Basta ya!, gracias a la iniciativa de un grupo de víctimas del terrorismo, militantes de partidos constitucionalistas, docentes, sindicalistas y profesionales convencidos de que el rechazo al terrorismo no podía limitarse a la condena de sus métodos criminales, sino que debía incluir de modo claro y explícito la ideología y los fines políticos que los promovían y amparaban. Por eso, la manifestación más multitudinaria de todas las que convocaron en Euskadi -me hice dos mil kilómetros en coche para asistir- tuvo como lema Contra el nacionalismo obligatorio. Veinte años después, un grupo de chicos catalanes, de distintas ideologías, vuelve a alzar la voz contra el discurso granítico y excluyente del soberanismo, denunciando el deterioro democrático y la constante vulneración de derechos en la Cataluña del racista Torra, monseñor Junqueras y el prófugo Puigdemont.

Si en Euskadi la resistencia gritó ¡basta ya! a la imposición totalitaria, en Cataluña han sido un puñado de jóvenes valientes quienes, hartos de tener que quejarse exclusivamente en casa o con los amigos, han decidido aparcar de una vez la estéril rabia del español sentado y se han propuesto promover en la plaza pública la reflexión, el debate independiente y el pensamiento crítico. Los chicos y chicas de S'ha acabat! han salido de las madrigueras en que los querría recluidos el nacionalismo para defender en las calles, en la Universidad, en las redes... los valores constitucionales del 78 y la diversidad ideológica y lingüística de la sociedad catalana. Para afirmar que es posible -y necesaria- la convivencia de los catalanes entre sí y con el resto de los españoles. Como mormones de la legalidad, predican la existencia del Estado en un rincón de España donde el Estado está trágicamente ausente. La energía es mucha y el despliegue, imponente: carpas, mesas informativas, pegadas de carteles, fiestas, cine-fórum… Saben que tienen enfrente a las instituciones locales y a los camisas pardas del fundamentalismo secesionista, pero Julia, Josep, Alex, María y el resto de miembros de la plataforma cívica, a pesar de su juventud -o empujados precisamente por la bendita inconsciencia de los pocos años- muestran un coraje a prueba de escraches y sabotajes y no se achantan ni se dejan impresionar por el despliegue violento e intimidatorio de los radicales. Y si alguna vez faltan las fuerzas o el ánimo decae, disimulan porque, como sus predecesores vascos, los activistas de S'ha acabat! han aprendido a mantener la dignidad un par de peldaños por encima del miedo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios