La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Sorber y soplar es complicado

Hay algo peor que cambiar la relación con Vox según cada territorio: tratar de explicarlo con excusas y contradicciones

Lo peor de la postura de Feijóo en relación con Vox parecía que era su extrema flexibilidad: que cada barón territorial del PP decida en su feudo si gobierna con la ultraderecha o en solitario, qué concesiones le hace o qué carteras le adjudica y con qué contenidos. Comoquiera que cada baronía se inscribe en una circunstancia distinta y responde a un interés concreto, el resultado está siendo un carajal.

Al que Feijóo no responde por no desvelar la verdad: que lo único que le importa es que el PP acumule el máximo poder institucional posible. Cualquier parecido con una posición general y firme sobre las relaciones con Vox es pura coincidencia. No hay principios ni convicciones, sino intereses y conveniencia. Feijóo quiere soplar y sorber al mismo tiempo. Estar al plato y a las tajadas, alejarse de la ultraderecha allí donde puede gobernar en solitario, como en Andalucía o Madrid, pero recurrir a ella en plan suplicante donde necesita a los diputados de Vox, como en Valencia. Pero también ningunearla donde su aportación es modesta, como en Extremadura –aunque se ponga chula–, para lo cual se elude otro de esos principios tan flexibles que ya han dejado de ser principios: que gobierne la lista más votada (ocurre que allí la lista más votada es la del PSOE).

Bueno, en realidad hay algo peor que este disparate de fijar posiciones distintas según cada territorio y ambición baronil: tratar de explicarlo. Lo ha pretendido la cúpula del PP con esa tontería del porcentaje de votos: conviene aliarse con Vox y meterlo –raudo– en el gobierno de la Comunidad Valenciana, con competencias importantes y aceptando parte de sus conceptos ideológicos, porque allí tuvo Vox el 12,4% de los votos, y conviene mantenerlo fuera en Extremadura porque en esta comunidad sólo logró el 8,1%. ¿Y qué? ¿Quién decide cuántos votos permiten a Vox cogobernar y cuántos lo destierran de la casa común de la derecha? Eso no es un argumento, es una excusa, que, además, lleva dentro la semilla de la contradicción: en Murcia Vox obtuvo casi el 18% de los votos el 28-M (debe ser de los porcentajes más altos de España), y el presidente popular no acepta incorporarlo a su gobierno. Quizás porque no necesita el voto de los ultras, le basta con su abstención. Otro caso distinto, pues. Resuelva el murciano.

Esto de los pactos con Vox puede ser para Feijóo lo que las listas de Bildu para Sánchez: no decisivo, pero sí influyente.

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