Cambio de sentido

Trans

Algo se está haciendo mal si la sociedad está viviendo el debate de la Ley Trans como algo ajeno e inextricable

Si hay algo que me llama la atención, no de la Ley Trans sino del debate en torno a la misma, ese algo es todo, o casi todo. Por ejemplo, me sorprende que destacadas voces que prescriben la opinión pública esta vez no sepan bien qué decir, y no se reconozcan autorizadas para hablar del tema. (Hablo, por supuesto, de opinadores que no niegan la realidad, los derechos y las libertades de quienes no son, viven, piensan ni se ayuntan como ellos). En contraste, en el corral de las redes sociales, personajes sobreactuados y espitosos, tipo Lucía Etxebarría, y personal ávido de consignas establecen dos bandos irreconciliables y se dedican a esputarse bilis, tirarse a la yugular y polarizar un asunto que necesita todo lo contrario, escucha, reflexión, colores. (Hubo un tiempo -el de Pasolini o el de la libertataria Ocaña- en que la provocación abría respiraderos en vez de taponarlos). Entiendo que no es un tema sencillo de abordar, pero su ampuloso lenguaje iniciático me llena la lengua de espinas. Ello impide que a las gentes del común -que, por lo general, vivimos dejando vivir- nos llegue con nitidez el debate. Por otra parte, no puedo dejar de sentirme extraña con el afán taxonómico de esta sociedad que confunde las etiquetas -tan desecantes- con la identidad -que es profunda e inefable-. Mientras, los pescadores más carcundas buscan sacar ganancia del río revuelto, y con brocha gordísima pretenden hacer suyas proclamas malversadas a algunas corrientes feministas. Al final, todo se nos antoja una trifulca extraña entre PSOE y Podemos y no lo que en realidad debe ser, un asunto importante en una sociedad diversa en la que cada cual pueda vivir sin discriminación, en plenitud sus derechos, deberes y libertades.

Algo se está haciendo mal si tanta gente está viviendo el debate de la Ley Trans como algo remoto e inextricable, y que por tanto no le concierne. Algo se está haciendo mal si el feminismo, que siempre se ha tomado de la mano de los colectivos LGTB, a alguien le puede llegar a sonar tránsfobo. Algo se está haciendo mal si la defensa de la diversidad de la orientación sexual y la identidad de género a alguna le suena misógina. Esta no es la actitud. Es necesario abordar este asunto con el primor que merece. Lo necesitamos, obviamente, quienes respetamos la diversidad sexual. Quienes se oponen a ella nunca se harán la picha un lío (o sólo, acaso, literalmente); ésos siempre lo vieron todo simple y claro.

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