Luces y sombras

Antonio Méndez

¿Y ahora qué hago?

N O sé qué hacer. Me exilio a Melilla y le pregunto a Don Ramón Buxarráis si me deja echarle una mano. Pido plaza en el Diario de Sevilla y me impongo como castigo curarme mi alergia al Guadalquivir o me camuflo de periodista espía y me dedico a chivarle las prebendas que obtiene la capital andaluza por ser la sede del Gobierno autonómico. Me ofrezco a mandar sus twits durante los próximos cuatro años para que al menos no le importunen algunos maleducados durante su breve tiempo del almuerzo familiar. Me impongo como penitencia asistir a todas las novenas de los santos que figuran en las esculturas con las que ha poblado las plazas de la ciudad durante estos años.

Me alisto voluntario a la tropa de plañideras de Teresa Porras. Acudo al próximo Pleno con un cartel que diga que la Junta es la única culpable de los males de esta ciudad y recojo firmas para demandar la autonomía uniprovincial. Me encadeno al convento de la Trinidad para solicitar a la Consejería de Cultura que se deje de cuentos y acondicione el monumento como Museo Arqueológico, tal como es su deseo. Me reto a duelo con Álvarez Cascos para vengar las ofensas que le hizo como ministro. Llamo por teléfono a horas intempestivas a Celia Villalobos y a Joaquín Ramírez para que sufran pesadillas por lo mal que se portaron con él.

Me ofrezco de amanuense para redactarle toda la correspondencia en la que reclama a secretarios de Estado, ministros y consejeros varios que participen en los proyectos municipales. Le propongo ordenar por las noches los documentos que se le amontonan en la mesa de su despacho en la Casona. Localizo, si la hay, la asociación nacional de autores de encuestas y la demando por quebrar la frágil moral de los articulistas. Dimito y me hago ermitaño en el Campamento Benítez. Convenzo a National Geographic para que cofinancie un delfinario en Arraijanal.

No sé qué hacer. Después de escribir que Francisco de la Torre está en su ciclo final, lamentar las oportunidades perdidas para esta ciudad, concluir que estos últimos cuatro años son para olvidar, defender que más de una década de alcalde es excesivo... la encuesta que hoy publicamos le otorga más concejales y apoyos que nunca. Está claro que el que no tiene porvenir soy yo.

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