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Ignacio F. Garmendia
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El balcón
Europa se ha convertido en un arma oportunista para la política de trincheras española. Lo último es Pablo Casado diciendo que desde Europa nos exigen que los jueces elijan a los jueces del CGPJ, como se hace en todo el continente. Las tres cosas son tramposas. Desde Europa denota desorientación, como si España no formara parte de la UE. El segundo dislate es que nadie exige. Hay una recomendación del Grupo de Estados contra la Corrupción (Greco) del Consejo de Europa, de que las autoridades políticas no seleccionen el turno judicial. Pero el Greco también critica que el CGPJ no tenga un criterio general para nombramientos y los establezca ad hoc para cada caso. De eso no habla el PP.
La Comisión Europea también considera la situación española "una anomalía". Pero hay muchas más, con sistemas distintos y tradiciones diferentes. Por ejemplo, en Alemania el ministro de Justicia se encarga de los asuntos del poder judicial con la supervisión del Bundestag. Y de las sanciones se encarga el Tribunal Constitucional. En los países nórdicos se trata de organismos administrativos. En el Reino Unido hay una comisión de nombramientos con 15 miembros, de los que 12 acceden por concurso público. En Francia, el Consejo Superior de la Magistratura tiene 130 años de existencia y dependía del poder ejecutivo. Ahora en sus dos salas de jueces y fiscales tienen mayoría los elegidos por ellos mismos. En Portugal de los 17 miembros, son mayoría los nombrados por la Asamblea Nacional (7) o el presidente de la República (2). Y así…
Y si la derecha trafica con su mirada a Europa, la izquierda no se queda atrás. Constantemente alude, para descalificar los acuerdos del PP con Vox para gobernar Andalucía, Murcia o Madrid, a los cordones sanitarios como una práctica habitual en Europa. Y no. Salvo Alemania, Suecia y casi siempre Francia, hay ejemplos de lo contrario por todas partes. Partidos populistas ultranacionalistas han gobernado en la última década en Hungría, Polonia, Italia, Austria, Finlandia, Noruega, Bélgica o Grecia. O han apoyado desde fuera, al estilo de Vox, a liberales como Rutte en Holanda en 2010 o Rasmussen en Dinamarca en 2015.
El comodín de Europa como arma arrojadiza lo hemos padecido en Andalucía en versiones calcadas contra dos buenos ministros de Agricultura, el popular Arias Cañete y el socialista Planas, por el reparto de los fondos agrarios. Hace siete años el PSOE y ahora el PP, han hecho campañas irracionales desde la Junta culpándoles de recortes de ayudas debidos a las nuevas políticas comunitarias. Es frecuente esta práctica de usar a Europa como coartada de manera falaz cuando les conviene: a Casado no se le ocurre reivindicar subidas de impuestos, porque todos los socios desarrollados de Europa tienen mayor presión fiscal que España. O aprender de la modestia de Merkel. Eso no. Europa está sólo para la pedrada al adversario.
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