Jose Aurelio Aguilar Roman

Yo no lo vi venir

Durante el mes de febrero veía, creo que como tantos otros, la infección de Wuhan como algo ajeno y alejado

Reconozco que yo no vi venir la crisis del Covid-19; al menos no con la gravedad y devastación que se nos ha presentado. Durante el mes de febrero veía, creo que como tantos otros, la infección de Wuhan como algo ajeno y alejado; una infección vírica más de las que tanto se han dado en aquellas tierras, en las que es tan habitual ver a sus ciudadanos andando con mascarillas por las calles.

Tampoco en los primeros días de marzo, cuando se daban ya los primeros casos del virus en España, fui capaz de intuir que la crisis alcanzaría estas dimensiones.

Por eso admiro a quienes, por sus conocimientos o experiencias, sí lo intuyeron o anticiparon. Y los admiro con la misma intensidad con la que desprecio a los que, calificando en aquellos primeros días de “virus de pacotilla” o “enfermedad psicológica” lo que estaba comenzando, ahora gritan y se erigen en altavoces de lo que se debió hacer, pero que no se hizo… ni ellos tampoco lo dijeron, añado yo.

El 8 de marzo acudí a la manifestación. Lo hice con mi madre de 82 años, una luchadora que, si puede, no se pierde una. Os puedo asegurar que no teníamos ninguna percepción de riesgo. De tenerla, la hubiese disuadido lógicamente de ir. Tampoco conozco a nadie de las decenas de personas, seguro más de cien, con las que pude coincidir en la manifestación, que hayan contraído después la enfermedad. Ha debido ser suerte, digo yo, habiendo sido para algunos las manifestaciones del 8M el mayor foco de contagio de España.

En esa primera semana de marzo, tuvimos el último pleno presencial del Senado, antes de la declaración del estado de alarma. Fue un pleno intenso y largo que se celebró los días 3 (153 contagiados en España) y 4 (193 contagiados). Durante el pleno se formularon 21 preguntas, 5 interpelaciones y 5 mociones en las que intervinieron todos los grupos de la cámara. Se abordaron muchos temas, algunos tan recurrentes como la situación en Cataluña y la mesa de negociación que se había puesto en marcha, o el tránsito de altos cargos del gobierno venezolano por Barajas. Pero ni una sola de las intervenciones hizo la más mínima referencia al coronavirus.

¿Fuimos unos irresponsables los senadores? Algunos pueden verlo así, pero la realidad es que en aquellos momentos, primera semana de marzo, hace apenas 25 días, y aunque ya se estaban dando los primeros casos de contagio en España, nadie en la cámara (ni de los grupos que sostiene al Gobierno ni los de la oposición), tenía la sensación o intuía la dimensión de la tragedia que se estaba larvando. Y estábamos en Madrid, epicentro del contagio en España.

Todo se ha acelerado tanto en estos 25 días, que me ha costado recordar aquel pleno, como si el mismo se hubiese celebrado en un pasado remoto. La mayoría de los asuntos que tratamos aquellos dos días, suenan hoy casi ridículos comparados con la inmensidad de la crisis en la que nos hemos sumido.

No quiero que esto suene a excusa de nada. Tal vez es sólo el desahogo de alguien que diariamente se pregunta si pudo hacer algo más y que no deja de pensar en qué puede hacer para ayudar a salir cuanto antes de esta pesadilla y que las consecuencias para los españoles, especialmente los más necesitados, sean las menores posibles.

Termino. Ojalá los ejemplos de solidaridad, apoyo y unidad que ante la tragedia están dando los españoles, los tuviésemos quienes nos ha correspondido representarles en estos aciagos tiempos. No parece que sea lo más fácil en esta “era de las redes”, en la que desde el anonimato, se compite para ver quién da el “zasca” más sonoro; en la que los “bulos” circulan con más éxito que la información veraz y objetiva; y en la que el intento de consenso y entendimiento se descalifica al tildarlo de “buenismo”.

De verdad que me he preguntado mucho si esta crisis tan terrible le hubiese tocado gestionarla a otro gobierno no del PSOE, mi actitud hubiese sido distinta a la irresponsable que, a mi juicio, está manteniendo la derecha en este país. Quiero pensar que sí; que es posible dar un apoyo leal a quien en este momento tiene la responsabilidad de gestionar esta tragedia, sin que ello signifique ahorrar aquellas críticas que puedan servir para mejorar esa gestión, no sólo para destruirla.

Siempre he pensado que los representantes políticos debían ser un ejemplo en el que los ciudadanos pudiesen mirarse. Hoy creo sinceramente que son los ciudadanos los que nos están dando a los representantes políticos un ejemplo de comportamiento, redes aparte.

Jose Aurelio Aguilar Roman (Senador del PSOE por Málaga, abogado y profesor de Derecho Civil de la UMA).

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