El prisma

Javier / Gómez

Que me devuelvan mi país

OFICINA de objetos perdidos. -Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

-Mire, la verdad es que no tengo mucha esperanza en encontrarlo, pero al pasar por la puerta me he dicho, qué demonios, vamos a intentarlo.

-Bueno, dígame qué se le ha extraviado.

-Se me ha perdido mi país.

Cualquier español, malagueño, que volviera a casa tras dos años de ausencia, náufrago en una isla desierta, hibernado, ermitaño en la montaña o embarcado en la ISS orbitando alrededor de la Tierra, se pellizcaría pensando que está soñando. Más bien teniendo una pesadilla. Luego desearía volver al exilio. Pero no hay forma de escapar del pesimismo instalado en cualquier tertulia de café, de la crispación que se pulsa en la calle alimentada desde las hogueras mediáticas e irresponsables de la derecha, de la intolerancia que se respira en la cola del centro de salud, como si los inmigrantes que han ayudado a levantar este país ahora nos estuvieran robando los trabajos mal pagados que no queríamos. Este era un lugar alegre y acogedor, feliz en su inconsciencia. Ha dejado de serlo. Ahora, a la espera del Mundial, en las barras de los bares se habla del diferencial del bono alemán. Algunos empiezan a darse cuenta de que la economía también es un deporte, que juegan los 27 países de la UE y Alemania gana siempre. Otros comparan a Zapatero con el doctor House: a fuerza de ir equivocándose con el diagnóstico, algún día dará con la enfermedad. Eso si no mata antes al enfermo. ¿Es lupus lo que sufre España o una enfermedad autoinmune? Las radiografías muestran unos preocupantes quistes sebáceos en forma de administración, de ayuntamientos, de diputaciones, de empresas públicas, de liberados sindicales. Son los políticos, doctor House.

Y si el presidente es el médico pero en versión más demagógica que sincera, ¿qué papel interpretaría Mariano Rajoy? Cuesta ver al aspirante como una opción seria, da miedo ponerse en sus manos. Sólo sabe decir que no, evocar un milagro español que nunca existió. Por culpa de aquellos ladrillos y peces multiplicados estamos penando hoy, hipotecados hasta las cejas del ZP.

Quiero mi país de vuelta.

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