Crónica Personal

Más engaño

Pedro Sánchez pretende tranquilizar a todos pensando que unos y otros son inocentes criaturas

No quiere ni pensar en la posibilidad de no ser investido, así que Pedro Sánchez trata de seducir a quienes le pueden convertir en presidente prometiendo lo que no puede prometer. Por ejemplo, una reforma constitucional.

Sánchez ha puesto en fila a todo su equipo con la instrucción de conseguir como sea la abstención de ERC. A Lastra le ha correspondido la tarea de acordar con la otra parte un calendario de reuniones y las cuestiones a negociar. El presidente en funciones, consciente de que Junqueras y Rufián tienen entre ceja y ceja el referéndum y la amnistía, pretende que ERC aplace esas dos cuestiones hasta que tome posesión el nuevo Gobierno. Después, abordaría los puntos que tanto importan a ERC.

Mientras ese mensaje se traslada a los independentistas, Carmen Calvo repite a diario a los constitucionalistas que Sánchez en ningún caso hablará de referéndum. Es decir, pretenden tranquilizar a unos y a otros pensando que unos y otros son inocentes criaturas que no se dan cuenta de que no se puede prometer una cosa y la contraria según con quien se hable.

Pero también debe pensar Sánchez que esas inocentes criaturas no conocen las leyes ni la Constitución. A ERC le han trasladado que el nuevo Gobierno abordará la reforma del título VIII de la Constitución para permitir un tipo de engarce de Cataluña dentro de España que satisfaga a los independentistas, con la posibilidad de que ese engarce sea extensivo al País Vasco y a otras comunidades. Dentro de España, recalcan para que lo escuchen los que desconfían de Sánchez. Tampoco en ERC se ha visto mucho entusiasmo ante la idea, su prioridad es la independencia y el derecho a la autodeterminación.

La reforma que promete Sánchez debe cumplir, sin embargo, unos requisitos legales que su equipo no menciona: debe ser aprobada por tres quintos del Congreso y del Senado y llevada a referéndum si lo piden un 10% de diputados o senadores. Si afectara a la estructura institucional de España, obligatoriamente tendría que ser sometido a referéndum de todos los españoles y, si se aprueba, hay que disolver las Cortes, convocar elecciones y que el nuevo parlamento ratifique el referéndum anterior.

Todo esto lo sabe cualquiera que conozca la Constitución. Sorprende, por tanto, que nada menos que un presidente del Gobierno, y una vicepresidenta doctora en Derecho Constitucional, para encandilar a un partido que les salvaría la investidura, lancen propuestas que no está en su mano cumplir. Con esas promesas y un calendario de reuniones pretendan engañar a tirios y troyanos, constitucionalistas e independentistas.

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