Toca hacer compra. Expedición al súper. En la madriguera nos lo tomamos como si la salida fuese jugar a la ruleta rusa. Hasta ahora se la ha jugado la paisana. Llevamos tres días apuntando vituallas y fungibles en lista de la compra que valida la matriarca. Lejía y sal, muy importante. Hace falta sal. Salario viene de sal cuando en la Roma imperial se pagaba en sal.

Salgo con la mascaferilla, el filtro de café apañado con gomillas, y los guantes, como si abordara una actividad extavehicular desde la Estación Espacial Internacional. Al cerrar la puerta de la madriguera echo de menos el sonido de la presurización  ¿Cómo nos verán los astronautas desde los 400 km de altura? Como una sandía. Viajan a 27.743 km por hora. La ISS tiene capacidad para seis personas, cuatro dormitorios, gimnasio y dos baños. Debe de oler fatal. Creo que veo demasiado el canal de Nasa Live.

A la entrada del súper el wachiman de seguridad nos recomienda mantener los dos metros de distancia, ponerse guantes, pillar papel y gel hidroalcohólico, limpiar el asa del carro de la compra. Dentro del súper cuatro gatos (ojo no me olvide del pienso de la comunidad felina que nos ha adoptado). Voy tachando las cosas de la lista, la repaso. Una vuelta de capricho y directo a la caja. Han puesto una mampara de pichiglás. Lleno dos bolsas de gimnasio y me las cargo a lo Kun Fu. De regreso a la madriguera desde el espacio histerior. No hay sitio para aparcar ni las preocupaciones, será por la lluvia.

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