NO podía haber otra resolución que la que ha habido: la Ley de Consulta vasca impulsada por Ibarretxe gracias al voto prestado de los cómplices del terrorismo ha sido declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional. La unanimidad de sus miembros refuerza aún más lo descabellado de la aventura soberanista del lehendakari.

Por razones obvias. No ha colado, porque no podía colar, que Ibarretxe convoque un referéndum -bien que disfrazado de consulta- cuando la Constitución reserva la convocatoria de referendos exclusivamente al Estado, ni ha colado, menos aún si cabe, la materia que se pretendía someter a consulta: la posibilidad de cambiar la Constitución sin cumplir los requisitos previstos y conseguir "una nueva relación entre el Estado y la comunidad autónoma del País Vasco" atribuyéndole al pueblo vasco la capacidad de decidirla por sí solo, cuando la soberanía nacional reside sólo en el pueblo español en su conjunto. El pueblo vasco no es titular de soberanía, como no lo son el pueblo murciano o el pueblo andaluz.

Fin anunciado, pues, del Plan Ibarretxe, segunda edición, pero no del erre que erre de don Juan José, patética combinación de cinismo y victimismo. "Acatamos, pero no nos resignamos", ha declarado solemnemente, llamando a los ciudadanos vascos a acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde a duras penas logran sofocar la risa. "Un atropello democrático", ha añadido, supongo que queriendo decir "un atropello antidemocrático". El consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, ha subrayado que la sentencia del TC demuestra el déficit democrático que sufre España -¡él, que gobierna el único territorio europeo en el que la oposición ha de vivir con escoltas!- y culpa de la misma a un sistema judicial politizado. Tan politizado que el nacionalismo vasco reclama su cuota en el Consejo General del Poder Judicial y cuando se la dan nombra vocal a una diputada del PNV... Curiosa forma de despolitizar la Justicia. Es la marca infalible del oportunismo nacionalista.

Bueno, ya tiene Ibarretxe el escenario que perseguía: el Estado centralista no permite a los vascos ejercer su derecho a decidir, de modo que hay que convocarlo a unas elecciones anticipadas en las que, ilegalizadas o en vías de ilegalización Batasuna, ANV, PCTV y cualquier otra franquicia proetarra, a los patriotas de todo signo no les va a quedar más remedio que volcarse en favor del PNV y renovarle a él su estancia en Ajuria Enea, desde donde seguirá exigiéndole a España la autodeterminación de los vascos mediante un Plan Ibarretxe III, que será nuevamente rechazado, y vuelta a empezar. ¿Y si perdiera las elecciones? No está lejos de ello.

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