Himno vertical

Cambio de sentido

Habrá quien piense que no debiera escribir de una obra de la que formo parte, pero esto no es una crítica musical sino un espacio donde cada semana busco palabras para contarles cosas que quizás interesen o nos conciernan. Les hablo de Himno vertical, el nuevo trabajo de Rocío Márquez junto a Pedro Rojas Ogáyar, en el que les acompaño (qué suerte tengo) con una vuelta de viruta de mi lápiz. La visión que les ofrezco viene del lugar interior en que se gesta la obra, e incluso desde el tiempo previo a la voz, a la música y al verbo. Hay un tiempo y un lugar en los dentros de quienes escriben, componen o pintan con conocimiento y honestidad a cuyas puertas hay un cartel que reza: “Zona desconocida”. La cosa va de entrarse la artista donde no supo, y quedarse no sabiendo. Así dicho suena divino, pero habitar ahí resulta un pelín incómodo. Mas no hay vuelta atrás para quienes han escogido vivir a propósito, y crear en torno.

En los últimos tiempos observo productos culturales que lo petan (shows de cantantes, pelis, libros, series…) que tienen como base y desarrollo la falta absoluta de respiraderos. Quiero decir, se prefabrican con algoritmos, se analizan los gustos del mercado, se diseñan desde fuera coreografías, macguffins, realizaciones, giros narrativos, gaps, de modo tal que solo cabe la repetición lineal y mecánica, que a su vez repicarán las gentes en TikTok moviendo los labios en silencio. La idea es hacer lo que ya está hecho, cantar o escribir como se escribía o cantaba y, el reto, volverlo a hacer perfectamente. A ello llaman éxito. Pero, en estos tiempos, también corre al bies y por lo bajo una manera otra de componer, escribir, cantar: desde adentro. Que sabe que la tradición es una llave para abrirse a lugares inéditos de una y que, al tocarlos, estamos atravesando nuestro mundo y sus heridas hasta tocar el centro vacío de una misma y así acaso también el de otros. Eso me cuenta la portada del disco, con dirección de arte de Lugadero. Esto es lo menos posmoderno del mundo, bastante radical, y hay quienes lo estamos necesitando como el aire en este fin del mundo. Para alzar un himno vertical que vaya de lo hondo hasta lo alto –y todas sus posibles viceversas– se necesita una horizontalidad que roza lo umbilical, y aquí y así se nos ofrece.

stats