La impostura de D. Ramón

El espíritu de reconciliación de la sociedad española no pasó por confundir y dar la misma legitimidad a los dos bandos

Reconozco que la presencia del profesor Tamames a estas alturas de su recorrido vital en un debate parlamentario podía suscitar algún interés. A pesar de lo absurdo de su presencia en la Cámara, siempre cabía esperarse una lección magistral o una conferencia interesante; pero no hubo ni lo uno ni lo otro. Su intervención resultó un verdadero fiasco. Fue anodina, deslavazada, sin ninguna idea original, pero eso sí, totalmente disciplinada y obediente, porque hizo un recorrido superficial sobre los lugares comunes y las críticas habituales de Vox a la gestión del Gobierno, sin ninguna singularidad. Solo en alguna réplica amagó con algún destello de sarcasmo y veteranía.

Pero, más allá de este ridículo parlamentario, la operación de resucitar políticamente al veterano catedrático perseguía una confusión más peligrosa. Vox pretendía presentar al señor Tamames como la representación genuina y verdadera de la Transición, y a ellos como los embajadores y avaladores de ese momento político. No cabe mayor impostura y falsedad. Porque el supuesto protagonista de esa sesión parlamentaria, aunque no pasó del papel de telonero, no representa a los políticos de la Transición, sino a su caricatura. Sería un error pensar que el actual pensamiento político del exdiputado del PC es la expresión de la voluntad que animó a los parlamentarios de las primeras legislaturas. En la Transición no hubo equidistancia entre franquismo y democracia, ni se buscaron argumentos para justificar el golpe de estado de julio de 1936, falseando la historia. El espíritu de reconciliación de la sociedad española no pasó por confundir a unos y a otros y dar la misma legitimidad a los dos bandos en los que la Guerra Civil separó a los españoles. Nada de eso ocurrió en ese periodo. Y sobre todo si hay algo contra lo que luchó la inmensa mayoría de los diputados constituyentes fue contra la intolerancia y la exclusión de la que diariamente se hace gala desde los escaños de Vox.

No puede haber confusión. De los políticos sobrevivientes de aquella época, e incluso de todos ellos, muy pocos (Blas Piñar y algún exministro franquista de Coalición democrática) se harían una foto, sonrientes y felices, en torno a la tribuna de oradores del Congreso, rodeados de todos los diputados de Vox, llenos de júbilo, con "vivasespañas" incluidos. Esa foto del señor Tamames es una impostura y es una traición al espíritu y el significado de la Transición española. Es bueno que se sepa.

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