Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

La internacional del ahorro

Si queremos salvar el planeta, contengamos el gasto disparado en estas fatídicas fiestas

En el tardofranquismo, con solo declararte liberal avanzado eras de los buenos. En la Transición, para seguir en la cara iluminada de la luna, militabas en el PCE como compañero de viaje para traer las libertades y la democracia. Completabas tu currículo de hombre bueno y limpiabas tu expediente de pequeño burgués, con el carné de Comisiones. Con esto, pensabas que habías cumplido y que podías dedicarte ya a cortar el césped de tu jardín y te refugiaste en un individualismo algo egoísta. Los acontecimientos presentes han disparado tu antigua militancia. Ahora luchas por la contención del gasto. Envuelto en una atmósfera tóxica de leds, gorros de Papá Noel, imponentes palmeras de chocolate, montañas de juguetes y de hamburguesas catedralicias propones volver al nivel de consumo del siglo XIX, para preservar el planeta. Juegas con ventaja porque, en cierto modo, eres nieto del XIX. Como tus abuelos nacieron en ese siglo, y tú te criaste con ellos, te cuesta menos ser austero. Tu abuela, nacida en el XIX, enviudó muy joven y, guapa como era, no consintió en consumir otro marido, y crio, dueña de su herencia, a sus dos hijos, sin injerencias masculinas. Vistió de negro 82 de sus 85 años. Solo entonces se alivió el luto, salpicando de florecillas blancas su bata oscura. No dilapidó su fortuna en ropa o afeites. Tu padre, pese a ser hijo de un pudiente cerrajero, ni se sacó el carné de conducir ni tomó baños de mar. Decía que meter el cuerpo entero en el agua no era propio de caballeros. De piel blanquísima, procuraba no exponerla al sol. En vacaciones, leía a G. Simenon a la sombra de un olivo. Alegraba su sopa de fideos con tres cucharadas de un vino tinto peleón. Gracias a él, nunca entendiste de vinos y no has cometido la ordinariez de oler una copa ni de pontificar sobre retrogustos ni sabores en boca. Abominas del cava y en las fiestas brindas con sidra achampanada El Gaitero. Pero no eres del todo del XIX: has aprendido a usar los procesadores de textos y a pagar con el reloj en los supermercados. Y así encandilas a las cajeras del barrio con tu look de usuario de la IA. Sueles comprar en los chinos y no frecuentas restaurantes. Te guisas, pero ni caramelizas ni esferificas ni practicas el minimalismo famélico. Arengas: ¡Agrupémonos todos en el ahorro total, salvemos así a la humanidad!

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