HAY ocasiones en que lo de criar fama y echarse a dormir tiene sentido. Termina el verano y, en pleno asueto, no han faltado declaraciones tópicas sobre los andaluces vertidas desde otras latitudes. Una de las pocas en que Javier Arenas no ha tenido que pasar los sofocos después de que un compañero de partido soltara una perla fue la que protagonizó Luis del Rivero, presidente de Sacyr, quien volvió a vincular el PER con la compra de votos y el beneficio de una pandilla de vagos. Frente a la calumnia, un servidor prefiere hacer caso a Dario Fo, quien afirmaba que la indignación es el último recurso de los idiotas (utilizaba un término bastante más contundente que, permítanme, no voy a reproducir), así que me decanto por reflexionar sobre el tópico. Y sobre quién lo pronuncia. ¿Imaginan que el Papa, en su visita al Reino Unido, hubiera soltado en plena alocución "vamos a procurar terminar antes de las cinco para que puedan tomarse el té tranquilos"? Se habría calificado a sí mismo. En una sociedad civilizada, el tópico es una pistola que siempre dispara por la culata. Si una lumbrera dice que los catalanes son unos gorrones, los vascos unos terroristas, los gallegos unos amargados o los murcianos unos auténticos zarangollos, no hace falta colgarle muchos apelativos. Más allá de la aceptación social de los tópicos, lo preocupante es que estos argumentos queden refrendados en declaraciones de políticos con representación institucional directa o en empresarios cuya responsabilidad se traduce en millones de euros. ¿Dónde está la gente preparada? ¿Es que no hay nadie con un mínimo de inteligencia, práctica y emocional, capaz de asumir puestos de relevancia? Tanto si Rajoy como Zapatero ganan las elecciones, tendremos como presidente del Gobierno a un tipo que no sabe hablar una palabra de inglés, lo que quiere decir que, y es lo más grave, no ha dedicado un segundo de su tiempo a aprenderlo. Con los tópicos ocurre igual: la ignorancia de los líderes produce una desolación cada vez mayor. A ver si alguien con autoridad los pone firmes.

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