La esquina

José Aguilar

La mancha de Fabra

ALEGRE y satisfecho se ha declarado el presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra -sí, el hombre que siempre lleva gafas negras y siempre resulta afortunado por la Lotería Nacional-, tras haber sobreseído la Audiencia Provincial cuatro presuntos delitos fiscales que se le imputaban. Jaleado ante la prensa por el público que tanto le debe, Fabra añadió que el archivo de las diligencias "es tanto como la absolución".

Ya será menos. Primero, su inocencia sigue estando cuestionada en la medida en que continúa acusado de cohecho y tráfico de influencias en otro caso más peliagudo. Segundo, la Fiscalía Anticorrupción y la acusación particular van a recurrir ante el Supremo el fallo de la Audiencia castellonense, de modo que la última palabra no está pronunciada. Y tercero, y principal, la Audiencia no afirma que no haya cometido los delitos por los que se le imputó, sino que, en caso de que existieran, han prescrito por el paso del tiempo legalmente establecido.

Que un responsable público se acoja a la prescripción para justificar no haber pagado en su día los impuestos que debía pagar constituye un insulto grave a todos los ciudadanos obligados a retratarse ante Hacienda y sin posibilidad de acogerse a alguna triquiñuela legal para el escaqueo. Todavía no ha explicado con claridad que durante el ejercicio de 1999 recibiera en las 19 cuentas corrientes de las que era titular o en las 75 en las que figuraba como cotitular más de cien ingresos por un importe total de 644.000 euros. Ese mismo año declaró a Hacienda ingresos por valor de 73.000 euros y Hacienda tuvo que devolverle 3.000. El milagro de los panes y los peces en Castellón.

¿Acaso son inocentes los narcotraficantes que salen libres porque la Policía o la Guardia Civil presentaron como pruebas unas escuchas telefónicas no debidamente autorizadas por el juez? No son inocentes más que por un mal funcionamiento del Estado de Derecho. Tampoco lo es Fabra más que por una interpretación de los plazos a tener en cuenta para la prescripción.

Aún debe dar cuenta ante la Justicia de sus supuestas gestiones ante el Ministerio de Agricultura y el de Sanidad (en la época en que el presidente era Aznar, que pasaba sus vacaciones en la costa castellonense y allí escuchaba de boca de Fabra los mejores chistes del verano) para agilizar los permisos de fabricación de productos fitosanitarios para un amigo suyo a cambio de comisiones millonarias. Ya se verá (si no prescribe, claro). Carlos Fabra ha sido exonerado de cuatro delitos por prescripción. La mancha moral que arrastra en su trayectoria pública no se borrará así como así. Gente de su estilo sobra en la política.

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