El puchero

Teresa Santos

La marea violeta

SI meses atrás vimos cómo Facebook y otras redes sociales se convertían en una herramienta de lujo para que un movimiento como el 15-M fuera efectivo, ahora estamos asistiendo al nacimiento de otro movimiento de contestación que partiendo de Málaga y en solo unos días ha encontrado respaldo virtual en más de 30 ciudades españolas, es la denominada marea violeta, la respuesta lanzada a la aldea global por un grupo de organizaciones feministas de Málaga contra los recortes en las políticas de igualdad de género.

A través de Facebook o Twitter mujeres comprometidas en la lucha contra las desigualdades van dando cuenta de los recortes que aprecian en la zona en la que se mueven, cierres de casas de acogida para mujeres maltratadas y de centros de atención a la mujer o rupturas de acuerdos con organizaciones de mujeres que prestaban servicios de asesoría jurídica o de orientación a víctimas de violencia machista.

Y es que las posibles reformas de leyes como la de igualdad o la de violencia de género no se ven desde la óptica feminista como un mazazo a la política legislativa sobre igualdad del anterior gobierno, sino como una patada rabiosa contra las conquistas logradas desde el feminismo, que no es otra cosa que la lucha por la igualdad en derechos, deberes y oportunidades entre hombres y mujeres.

Nunca después de las décadas pasadas podía esperar el feminismo mayor prueba de fuego que la de tener que dar respuesta a retrocesos en derechos conseguidos. Una tarea a emprender cuando la preocupación ciudadana fundamental es poder tener un trabajo con el que llegar a fin de mes, cuando la desmotivación colectiva es casi absoluta. Por eso sorprende que una idea lanzada a través de las redes a modo de manifiesto haya obtenido en nada de tiempo el respaldo de más de 100 organizaciones y de mujeres ubicadas aquí y allá, en partidos políticos, desde el centro-derecha hasta la izquierda, en sindicatos, en instituciones, en centros de trabajo.

El feminismo como tal, entendiendo la igualdad como el derecho más profundamente democrático, se instala allí donde se instala la verdadera democracia. Por esa razón el feminismo pone a prueba cualquier democracia que se tilde de tal, radiografiando actitudes y sacando al aire las carencias de una sociedad que aparentando avance resulte involucionista.

Si algo está siendo debatido y más debatido dentro del movimiento marea violeta es que pueda ser utilizado por el Partido Socialista en estas elecciones andaluzas o que desde el Partido Popular se vean las movilizaciones anunciadas para el viernes, como un instrumento del PSOE contra el Gobierno de Mariano Rajoy.

Hace ya tiempo, con Rodríguez Zapatero al frente del Ejecutivo español, la filosofa Amelia Valcárcel ya advertía que vivíamos el "espejismo de la igualdad", una igualdad legal, no real.

El feminismo se posiciona gobierne quien gobierne, y ahí quedan los logros conseguidos a lo largo de la historia para demostrarlo.

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