Mitologías Ciudadanas

José Fabio Rivas

La mascarilla es bella

Estamos de suerte. No todo nos es adverso. Este año la moda está de nuestro lado. Sí, la moda. Ese mundo que parece frívolo y despreocupado, pero tras el cual late mucho talento, trabajo, dinero... En fin, ese negocio tan serio, cuyos dictámenes -directa o indirectamente- siempre nos atañen, lo primero que ha hecho es poner de moda esta temporada el estilo "ropa de contenedor". Véase sino la colección de Gucci otoño masculino fashion 2020. Póngase un pantalón de la talla que le parezca, con rajones, andrajoso…; añádale una camiseta deshilachada, medio rota; colóquese encima un jersey desteñido, cuajado de esas pelotillas que le salen al suéter barato; cúbrase con una camisa vieja, de aquellas de franela que les llamaban de leñador, con vistosos cuadros rojos y verdes. Y encima, como para protegerse del frío, enfúndese esa chaqueta que su padre usaba en las labores del campo o el gabán de pastoreo de cuero de cordero que heredó de su abuelo. Irá a la moda. Una moda de pobres, de penuria, acorde con los tiempos que nos han tocado vivir. ¡Todo un detalle de Gucci! Usted no desentonará, ni se sentirá menos que un cayetano o una relamida influencer.

Pero esta noticia, con ser buena, no es la mejor. ¿La mejor…? Por supuesto, una que concierne al uso de la mascarilla, y no es que la mascarilla sea un complemento más del vestuario. No. Sirve para lo que sirve, pero la industria de la moda -tan avispada- no podía dejar pasar una prenda tan carnavalesca como ésta, y ya tenemos en las boutiques mascarillas de todos los colores, diseños, calidades, precios… Uno ya sabía que, salvo que se sea un hortera, si llevas un jersey azul o una rebequita roja, lo correcto es que salgas (¡Tú sabrás adónde!) con mascarilla azul o roja. Es solo un ejemplo, porque la buena noticia es que las mascarillas -al margen de sus variedades- nos hacen más guapos. ¡A ver, tampoco echen las campanas al vuelo!, pero estudios científicos recientes, propiciados por la Universidad de Pensilvania (EEUU), han demostrado que las personas que llevan puesta mascarilla nos parecen más guapas. La razón: una de las leyes de psicología de la Gestalt. A saber: cuando nuestra mente no tiene suficiente información como para completar una imagen (en este caso, la cara de nuestro interlocutor, medio oculta por la mascarilla), nos inventamos los datos que le faltan (rellenamos esos huecos) de la forma más armónica posible. Así que, vestidos con ropa modelo "contenedor" y embozado con la mascarilla resultamos irresistibles. Eso sí -para el que pueda pagarlo-, un buen tratamiento del contorno de ojos, unos hilos tensores que nos hagan la mirada más rasgada y rejuvenecida, un poquito de botox en la frente y en las patas de gallo, de ácido hialurónoico en la ojera y plexr en los párpados…, resaltan aún más ese "plus" de belleza que la mascarilla nos otorga.

¿Desde cuándo su compañero no la llama mi reina mora? ¿Desde cuándo su compañera no lo anima con eso de "ven aquí mi califa de las mil y una noche"? Ya ven, con la moda contenedor y la mascarilla bien puesta, todos -las señoras y los caballeros- resultamos más atractivos, pero por favor no se la quiten... Y es que quien no se anima es porque no quiere.

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